Entre los recursos de "educación cívica" publicitados por el Gobierno como parte inicial del proceso constituyente, está un diccionario con definiciones de términos que se dicen útiles para informar a los ciudadanos sobre lo que es y regula una constitución. El nombre mezcla las palabras constitución y diccionario.
No obstante, es bien dudoso que este constitucionario pueda lograr los objetivos que se esperarían de él: ilustrar a la ciudadanía sobre los contenidos de una constitución y hacerlo de una manera imparcial y sin pasar de contrabando ideas propias de un cierto sector político o ideológico.
El objetivo informativo se ve mermado por la forma en que se presentan las distintas palabras en la web y videos que las difunden. Se trata de un diseño más propio de un programa de televisión para niños: con animalitos que hablan y juegan en un colorido entorno. Los textos son de un simplismo que, me atrevería a decir, insulta hasta la inteligencia infantil: "Mayoría" se define como "si hay que tomar una decisión entre un grupo de seis personas y cuatro de ellas están de acuerdo y dos no, esas cuatro son la mayoría"; "Tribunales de Justicia" como "el mundo de los jueces, los juzgados, los tribunales". Todo ello sazonado con bromas de más bien escaso ingenio: "Chile es una república. No hay rey (salvo el rey del mote con huesillos)" (?).
Lo más grave es que este glosario, pese a su puerilidad, no está exento de sesgos. Debemos recordar que fue lanzado pocos días después de que la Presidenta anunciara la conformación del Consejo Ciudadano de Observadores, cuya misión es dar garantías de objetividad y transparencia al proceso. El Consejo, por tanto, no pudo revisar su contenido.
Y vaya que era necesario. Veamos: la palabra "persona" si bien aparece ligada a la calidad de ser humano, excluye a los no nacidos: "No importa tu edad -se afirma-, si eres hombre, mujer, si naciste en Puerto Montt o en Isluga, o si puedes caminar o no, ¡eres uno de los nuestros!" No importa el lugar donde se nace, pero según el constitucionario, para ser persona hay que haber nacido. La definición de familia es más explícita sobre esta manipulación ideológica: "Todos tenemos una, y son las madres, los padres, los hermanos y hermanas, los abuelos, primos, tías, los convivientes, las parejas...". Obsérvese que no se habla de que la familia está compuesta por padre, madre e hijos, sino por "las madres" o "los padres" (¿anuncio de futura homoparentalidad constitucional?). A ellos se añaden "los convivientes" y "las parejas" -¿son distintos?-, sin mencionar para nada al matrimonio, a pesar de que según la ley vigente es la base de la familia.
En materias políticas se observa una alineación con los criterios liberales que exaltan al individuo por sobre los bienes comunitarios. La libertad es definida según el utilitarismo de Stuart Mill: "consiste en que cada uno de nosotros pueda imaginar lo que quiera, y también pensar y actuar según nuestra propia voluntad... aunque por supuesto sin hacer daño y sin limitar la libertad de los demás". Si no dañas a otro, se nos enseña, puedes hacer lo que te dé la gana. No sorprende que "amistad cívica" se ilustre diciendo "que nadie te tenga que obligar a cooperar con la comunidad". El régimen democrático parece reducirse al poder de la mayoría, como se desprende de los conceptos de "acuerdo", "democracia" y "voto". Cuando se define "quórum" se distingue entre simple y calificado, pero este último es definido como la "mayoría absoluta, o sea la mitad de los votos más uno". Ni hablar de dos tercios, tres quintos o cuatro séptimos: los denostados quórums "supramayoritarios".
Si el constitucionario no es corregido, habrá que concluir que la "educación cívica" que se impartirá a los que participen de los diálogos ciudadanos irá por el camino del adoctrinamiento y del proselitismo político. Su enmienda debería ser una de las primeras tareas del Consejo de Observadores.