Se podrían relatar los temas principales que rondan por la última película del director chileno Sebastián Silva: una pareja homosexual, la búsqueda de la paternidad, inseminación artificial, la frustración de un artista sin arte o bien la violencia que nace instantánea y callejera.
El recuento de los temas, por cierto, es un ejercicio inútil, porque es incapaz de atrapar el vuelo y el sentido de una película que avanza por lugares inesperados e inquietantes, quizás subversivos y misteriosos.
Esta es una historia que se tuerce y recoge, que engaña y se esconde.
Freddy (Silva) vive en Brooklyn y su pareja Mo (Tunde Adebimpe), un hombre de color de aspecto simple y pacífico, podría donar el semen para fabricar un hijo, porque la obsesión de Freddy es la paternidad, y ya lo tiene todo pensado: el vientre y la factoría lo aportaría una buena amiga, Polly (Kristen Wiig).
Freddy revisa y amplía las fotografías de cuando era un niño pequeño, y esa fijación es también el motivo de un video artístico llamado "Nasty baby", que lo tiene de protagonista, tirado sobre la alfombra, en posición fetal, simulando un llanto y con esa mirada atontada y perdida de una persona que recién llega a la vida.
"Guagua cochina" extiende sus dominios sobre la reflexión del artista y es sobre su arte y también sobre su vida.
Se trata de dos instalaciones.
Una de ellas se abre con la visita de un galerista al departamento de Freddy, para que el creador visual le explique el proyecto y los mecanismos de un video que pretende ser artístico y conceptual.
La otra instalación es más larga y complicada, y la película asume el género de una comedia indie, es decir, son los flecos de lo independiente y alternativo, en torno a subculturas y pequeñas tribus dentro de la tribu mediana, el barrio de Brooklyn, y más arriba el mayor: Nueva York. El objetivo es la paternidad y la creación, pero para esto se necesitan protagonistas activos, que Mo lo quiera y preste su semen y que Polly se lo inyecte y se ponga patas para arriba, para que el líquido escurra y llegue a puerto.
La película fluye, nunca mejor dicho, sin contratiempo alguno, y Sebastián Silva domina el arte de la narración, el humor en tono sordo y bajo, y también el abanico de personajes que se extiende por un par de vecinos.
La armonía y el silencio del barrio se trizan por un hombre alto que deambula sin norte, mete ruido y no parece estar en sus cabales. Le llaman el Obispo (Reg E. Cathy) y es grande y de edad mediana, pero no parece peligroso, aunque tampoco Freddy lo parece, menos Mo y tampoco Polly.
¿Qué es lo que existe al comienzo y al final de "Guagua cochina"?
Quizás lo que estaba en el título de la primera película de Sebastián Silva, que es de 2007, y con eso es más que suficiente: "La vida me mata".
"Nasty baby". Chile-EE.UU., 2015.
Director: Sebastián Silva.
Con: Sebastián Silva, Kristen Wiig,
Tunde Adebimpe.
101 minutos, 18 años.