El Mercurio.com - Blogs : No sigamos el modelo argentino
Cartas
Viernes 11 de diciembre de 2015
No sigamos el modelo argentino
Señor Director:
El viernes de la semana pasada "El Mercurio" publicó una carta en la que los rectores del Consorcio de Universidades del Estado hacían una apología de la glosa de "gratuidad universitaria" incluida en el presupuesto 2016. En ella expresaban: "Sin duda, es un primer paso para avanzar hacia una política de gratuidad más amplia, que permita lograr una mayor cohesión social, equidad e inclusión, cimentando las bases de un desarrollo económico sostenible en el tiempo, elementos fundamentales para el futuro de nuestro país, sus regiones y sus habitantes".
Como demostración del voluntarismo irredento que hay detrás de esa serie de afirmaciones quiero recordar a los rectores que la gratuidad en el sistema universitario argentino comenzó en 1949, durante el primer gobierno del general Perón, hace 66 años. Desde entonces las universidades argentinas han decaído. En esa época acababan de producir un premio Nobel (Houssay) y estaban incubando otro (Leloir). El siguiente, y último (Milstein), tuvo que irse del país, y ya hacía años que trabajaba en Inglaterra cuando recibió el galardón.
Los laboratorios académicos "top" de Argentina están mucho más lejos de los "top" del mundo hoy que en 1949. La sociedad argentina no tiene mayor cohesión social ni menos pobreza hoy de la que tenía en 1949, y no se ha desarrollado (más bien ha involucionado en muchas dimensiones).
Sobre todas las cosas, pese a la ilusión de la gratuidad universal, la educación argentina no es más inclusiva que la chilena. El porcentaje de estudiantes de educación superior provenientes de familias humildes es prácticamente el mismo en los dos países. Pero hay diferencias. Argentina gasta mucho más en educación que Chile, que, por lo tanto, tendría la esperanza de poder hacerlo mucho mejor solamente aumentando la inversión. Claro está que si no toma a Argentina como modelo.
El gasto estatal estratégico, grande, hay que hacerlo en los niños. No en los jóvenes universitarios. Así defenderemos mejor el derecho a la educación.
Alejandro Clocchiatti
Profesor Universidad Católica de Chile