La idea de este nuevo docurreality de Canal 13 es que solteros desencantados logren encontrar el amor. Lo que vimos en el primer capítulo -estrenado antenoche- está lejos de eso. Los protagonistas fueron los treintañeros Julio, Christian, Paula y Bárbara. No se conocían entre sí y se agruparon en parejas que convivieron las primeras 48 horas. Tras ese lapso, pasaron otras tantas horas con el otro miembro del sexo opuesto. Al final, debían elegir con quien quedarse.
El ejercicio tuvo algunos pasajes graciosos, provocados por las mañas de solterones. Bárbara y Christian llevaban una hora de convivencia y ya estaban peleando porque ella fumaba y él no soporta ese vicio. Hicieron cortocircuito y la magia no volvió más. Mientras, Paula y Julio se besaban y se hacían promesas cariñosas que no duraron más de 48 horas.
Lo que se vio en este primer capítulo no es el inicio de historias de amor, sino luchas de egos y situaciones estereotipadas. Las parejas debieron conversar pasándose plumitas por el cuerpo el uno al otro, o escribirse mutuamente en la piel con salsa de chocolate. Todo muy producido y alejado de lo que significa conocer a alguien.
Es tan poco el tiempo que los participantes pasan juntos, y tan interrumpido por las situaciones que monta la producción, que todo queda en la superficie. Entonces, hacen nata los "amurramientos", las actitudes infantiles y el temor a ser rechazados. No es de extrañar que, al final, dos de los concursantes hayan preferido no elegir a nadie. Y los que se quedaron juntos, se supo después, no se han puesto a pololear.
El programa logra entretener por un rato y debutó con buena sintonía (17,3 puntos de promedio), pero todo es demasiado light . Las historias no logran armarse y por eso es difícil empatizar con los protagonistas. La conclusión evidente es que si alguien de verdad busca el amor, tiene que hacerlo lo más lejos posible de las cámaras.