Sebastián Beccacece está en su irrenunciable derecho a abandonar el cuerpo técnico de la selección nacional. La pregunta sobre la pertinencia de que lo haga cuando está en pleno desarrollo la eliminatoria mundialista, si es que su determinación depende finalmente de su jefe directo o de su empleador, solo podrá responderse con el tiempo. Pero en el plan que todo equipo suele esbozar al comienzo de una tarea de largo aliento, como es el camino a un Mundial, su salida debe ser leída a priori claramente como un desvío de proyecto.
Reconocido por el propio Jorge Sampaoli como una pieza vital dentro de su staff de trabajo, mirado por los jugadores como un émbolo conector entre el jefe técnico y el plantel, identificado como uno de los ideólogos estratégicos de la selección, su partida debería ser un tema prioritario -en la medida en que a Sampaoli de verdad le importe seguir trabajando con él- para la directiva de la ANFP. Pero hasta el momento parece no ser urgente, como tantas otras cosas; entre ellas, la poco presentable indiferencia exhibida ante el transversal pedido de disminución en el precio de las entradas a los partidos de las eliminatorias.
La tesis de que la continuidad del equipo técnico con la Roja había sido un motivo de quiebre interno entre sus integrantes gana espacio a la luz de la inminente partida de Beccacece, quien habría sido partidario de concluir el exitoso ciclo tras Brasil 2014, quizás no pensando en su independencia profesional sino que en un desafío mayor como podía ser Europa. Por eso, no deja de ser sorprendente que Sampaoli públicamente declare que no sabe si Beccacece, su ayudante desde más de una década, se irá de la selección; más bien parece una opinión de alguien que no comparte la decisión de un colaborador más que de un tipo desinformado.
No es difícil imaginar que el seleccionador esté incómodo con la situación; sobre todo, si el principal club interesado en contratar a su asesor es Universidad de Chile, una institución que debe sentir muy cercana por su pasado azul pero que además está presidida por Carlos Heller, quien también es socio de la ANFP, a través del holding Bethia, y que detenta los derechos comerciales de la selección. La trenza que se articula a partir de las relaciones de intereses cruzados entre la ANFP, la selección nacional, los clubes y los socios estratégicos esta vez toca directamente a Sampaoli, acostumbrado a imponer sus criterios técnicos por sobre otras poderosas razones.
Habrá que estar muy atento a las palabras al cierre, que seguramente se conocerán tras el partido ante Uruguay, para adentrarse en la determinación de Beccacece. Básicamente, si se va porque quiere o porque ya no lo quieren, porque cree que se puede seguir avanzando con este grupo, o si ya se llegó a la cúspide. En fin... todo lo que un actor secundario puede decir cuando siente que ya dio pruebas de que puede asumir un rol protagónico.