En una época medieval y hace 800 años, más o menos, una docena de hombres armados se enfrentó a un grupo de brujas en un escenario de montaña y nieve.
Lo hicieron con el acero y el fuego y uno de ellos, Kaulder (Vin Diesel), dio cuenta de la poderosa Bruja Blanca (Julie Engelbrecht), que como la gran hechicera que fue o que es o que será -porque con las brujas nunca se sabe- se despidió dando guerra y lanzando maldiciones. El hechizo decisivo fue contra el propio Kaulder, que en ese tiempo remoto lucía algo de pelo y un par de trenzas largas.
La secuencia que abre "El último cazador de brujas" es el inicio de una película en busca de otro superhéroe, porque así como algunos caen del cielo, otros vienen del infierno y en un muestrario tan amplio y generoso, por supuesto que cabe uno más.
La historia, después del episodio medieval, salta a la actualidad, donde Kaulder es un vecino de Nueva York y habita un enorme departamento mirando al Central Park, así que la maldición de vivir eternamente no fue tan mala, después de todo.
Un par de flashbacks nos recuerdan que tuvo familia y el guerrero a veces cavila sobre lo prolongado de su existencia: "Solía pensar que el universo corría en círculos interminables".
Un tipo de pensamiento propio de las personas como Kaulder, que se convirtió en inmortal por la maldición y si algo le sobra es tiempo.
La película, y esto puede ser una paradoja y un defecto, de repente se hace larga, aunque no llega a ser interminable.
Hay al menos dos círculos dando vueltas.
Las brujas existen, pero viven entre los hombres, donde algunas se han casado, otras no y la mayoría se ha integrado a la sociedad. Ante cualquier desvío, mala educación o descarrilamiento, está Kaulder y su misión de cazador.
Su ayudante Dolan 36 (Michael Caine) está por jubilar y así darle paso a Dolan 37 (Elijah Wood), ambos son sacerdotes con el propósito de ayudar y aconsejar a un héroe solitario que afortunadamente apenas se toma en serio.
Los personajes de Kaulder y Dolan, es evidente, llegan al cine con ganas de convertirse en saga y esos propósitos padecen un defecto central: la falta de brujas.
Aparece un hechicero ciego y secundario y lo más peligroso, más por presencia que efectividad, es Belial (Olafur Darri Olafsson), un barbón voluminoso y rabioso.
La primera en revelarse, Chloe (Rosie Leslie), es una hechicera soltera, además de leal y amistosa con Kaulder, que ha vivido aproblemado, pero finalmente cómodo por más de 800 años. Ella lo escucha, celebra sus cavilaciones, apenas lo perturba y es evidente que quiere algo más.
La película es para público infantil y adolescente y por eso aún no perciben el verdadero peligro que se cierne sobre el héroe y su inmortalidad. Desde el mundo adulto y fantástico chileno, alguien debe advertirles lo profundo y ramificado del concepto. Y cuanto antes mejor.
Que Chloe sea buena es un detalle, la clave es que quiere algo serio. Kaulder, escucha: fue bruja, es bruja y será bruja.
"The last witch hunter". EE.UU., 2015.
Director: Breck Eisner.
Con: Vin Diesel. Michael Caine,
Rose Leslie.
111 minutos. T.E. +7.