El requerimiento presentado al Tribunal de la Libre Competencia (TDLC) por la Fiscalía Nacional Económica (FNE) en contra de las empresas CMPC Tissue y SCA, por coludirse "con el objeto de asignarse cuotas de mercado y fijar los precios de venta", durante un período de más de diez años, en sus productos toallas de papel, papel higiénico, servilletas y pañuelos desechables y faciales, genéricamente denominado tissue , ha impactado fuertemente en la opinión pública. La veracidad de los hechos que dieron fundamento a la acusación se ve corroborada por las propias empresas, que decidieron hacer uso del instrumento de la delación compensada y aportaron los antecedentes que permitieron configurar la imputación.

La conmoción provocada y la gravedad de lo acontecido obedece no solo al daño producido en los consumidores, cuyas estimaciones ya han sido encargadas a grupos expertos por parte de la FNE, sino, además, a que la colusión ataca el sentido más profundo de una economía libre, y en este caso aparece involucrado uno de los grupos empresariales de mayor trayectoria y reconocido liderazgo en el país.

Estos hechos se suceden, además, en un momento de particular complejidad para los empresarios chilenos, afectados por la crisis de confianza que cubre en general a la dirigencia e institucionalidad pública y privada, sean del ámbito político, económico o moral, y por un delicado cuadro económico tanto interno como internacional.

Los beneficios que entrega la libertad de emprendimiento, producción y precios son que si ella se da en un ambiente de competencia, se generan más productos a mejores precios para más personas. Más aún, esos beneficios se obtienen, paradójicamente, como el resultado no intencionado del esfuerzo de cada agente individual por maximizar sus propias ganancias competitivamente. Pero si ese esfuerzo se transforma en una coordinación, esta vez intencionada, para coludirse en perjuicio de los consumidores, no solo se diluyen esos beneficios, sino que además se deslegitiman las ganancias así obtenidas, y con ello se afecta la credibilidad social de todo el sistema.

El mismo Adam Smith, consciente de que la naturaleza humana, aunque favorece la competencia, también da motivos para la colusión, entendía que los peores enemigos del mercado eran los propios agentes económicos tentados por utilizarla. De ahí la importancia de las instituciones que la previenen, fiscalizan y castigan, como la Fiscalía Nacional Económica y el Tribunal de la Libre Competencia. Su actuación ha sido determinante para desbaratar la colusión de las farmacias, en el mercado de los pollos y ahora en el del tissue , entre los más conocidos. Pero, asimismo, la existencia del instrumento de la delación compensada -no exento de polémica- ha sido clave para el éxito de su accionar. En este caso, luego del inicio de la investigación de oficio por parte de la FNE, CMPC Tissue decidió activar ese mecanismo. Quien primero se acoge a la delación compensada se exime de las multas -aunque no de las querellas del Sernac o de particulares -, lo que incentiva a los eventuales involucrados a actuar.

La extrema dificultad para demostrar los casos de colusión ante los tribunales sin la cooperación de los acusados hace necesario estimular ese comportamiento, pues el efecto inhibidor que tiene sobre los agentes el prestigio de una FNE eficaz, como en este caso, le da sustento al sistema, dejando luego a los posteriores juicios indemnizatorios la reparación de los afectados. Las multas, por lo demás, cuando se aplican recaen sobre toda la empresa, incluidos los accionistas minoritarios, que muchas veces son completamente ajenos e ignorantes de la conducta indebida y deben asumir, además, el impacto bursátil que suele provocar el conocimiento público de estos hechos. De ahí que la mejor forma de combatir y castigar la colusión sigue siendo una materia de amplio debate entre los especialistas, pero, de todas formas, Chile debe enorgullecerse de contar con una FNE que hace su tarea y da garantías a la ciudadanía.