Señor Director:

Hace un tiempo estuve como investigador visitante en la Universidad de Harvard, trabajando en el equipo de dos premios Nobel de Física 2011.

Un profesor "senior" del grupo, supervisor de una residencia de estudiantes del campus que, como tal, vivía en su piso superior, nos invitó a un cóctel en el techo de esta (su "terraza"). La visión del campus desde ese jardín en altura me dejó más asombrado que desde el suelo. Los edificios, patios, jardines, árboles añosos, ornamentos, y la actividad de los distintos actores yendo y viniendo, pese a que ya comenzaba la noche, transmitían serenidad y pujanza. Conectaban su pasado austero, mítico, con su presente brillante y proyectaban confianza hacia el futuro.

Pensé en nuestras más caóticas y espartanas condiciones y, con algo de envidia, comenté: "Se ve que en Harvard el dinero no es un problema". El viejo profesor me miró con resignación y contestó: "El dinero siempre es un problema. Lo era en 1636, cuando nacimos, y lo es ahora. Si la universidad se contentara con dar clases y conferir títulos, podría hacerlo con menos. Pero si quiere estar al frente, servir de guía, desarrollar artes, ciencias, nuevo conocimiento, mejorar la educación, y ayudar al crecimiento de nuestra gente... el dinero es siempre una preocupación".

Acá en Chile, y blandiendo como increíble excusa la necesidad de mejorar la educación superior, el Gobierno quiere forzar a sus mejores universidades a asumir déficits presupuestarios significativos. Si ya es difícil mejorar la educación poniendo más dinero por estudiante, es imposible hacerlo poniendo menos dinero por estudiante. Y hay rectores que afirman que esto no impactará en la calidad. Quizás sean populistas, quizás la calidad de sus universidades ya sea modesta, o quizás tengan la ilusión voluntarista de que, aceptando este retroceso hoy por "razones políticas", abrirán espacios para obtener mejoras mañana. No sucederá. Lo he visto en Argentina desde hace décadas: Es caminar hacia el pasado. Si vamos a seguir ideales, que sean Harvard, o las estatales de Wisconsin, California, Florida, o Australia, hoy. No Córdoba de hace un siglo.

Más fondos por estudiante. Nunca menos.

Alejandro Clocchiatti
Profesor Universidad Católica