Esta película, la primera del cineasta César Augusto Acevedo, obtuvo cuatro premios en Cannes y ha tenido un exitoso recorrido por otros festivales europeos, lo que la convierte en un hito del galopante cine colombiano. El caleño Acevedo tardó ocho años en desarrollarla después de terminar sus estudios y, al parecer, en el proceso pasó del documental a la ficción, aunque las huellas del registro realista son poderosas en la cinta.
En el inicio, un hombre con una maleta avanza desde el fondo de un camino rural rodeado de cañaverales. Cuando se acerca a la cámara, pasa un camión que invade de polvo todo el espacio. Este plano fijo es el acto fílmico con que Acevedo establece el universo en que se moverá La tierra y la sombra.
El hombre es Alfonso (Haimer Leal), que regresa a su casa del valle del Cauca luego de 17 años. En la pequeña finca viven su ex mujer, Alicia (Hilda Ruiz), su hijo Gerardo (Edison Raigosa), la esposa de este, Esperanza (Marleyda Soto), y su nieto Manuel (José Felipe Cárdenas). El hogar está rodeado por cañaverales que son explotados con medios rupestres, desde el corte manual de las cañas hasta las quemas masivas de sus restos, que cubren con una intrusiva ceniza los alrededores.
Gerardo tiene una grave enfermedad respiratoria, que la película vincula con la ceniza. La veterana Alicia, que guarda un cerrado rencor hacia el hombre que la abandonó, trabaja en las plantaciones con Esperanza, sujetas ambas a sueldos mezquinos que se pagan con retraso y a unas faenas de las que regresan sucias y extenuadas. Pero Alicia se niega a emigrar de esa tierra suya, a pesar de las condiciones en que vive.
La tierra y la sombra adopta el ritmo moroso y pasivo de estos campesinos de escasas palabras, para los cuales los días solo se acumulan y no dejarían huella si no fuese por el creciente deterioro de la salud de Gerardo. La cámara de Acevedo se mueve en lentos, elegantes travellings que transmiten la opresión de los espacios clausurados, a pesar de la amplitud de los campos que los rodean. En realidad, ese encierro es una extensión de las vidas de los campesinos, que no se conciben a sí mismos fuera de su estrecha tierra. Alfonso viene a subvertir esa modorra, pero hasta muy avanzado el metraje no se sabe si lo logrará.
La tierra y la sombra se inscribe con propiedad en la vertiente contemplativa y material del cine actual, pero también en la tradición del miserabilismo latinoamericano. Su material, seguramente, no deja alternativa: este es un mundo sin alegrías, casi vegetal, donde la vida humana parece seguir los ciclos de la caña y de la tierra. Un mundo que puede ser conmovedor solo a condición de mirarlo desde afuera.
La tierra y la sombra
Dirección: César Augusto Acevedo.
Con: Haimer Leal, Edison Raigosa, Hilda Ruiz, Marleyda Soto, José Felipe Cárdenas.
97 minutos.