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Editorial
Martes 06 de octubre de 2015
Esfuerzos por el buen uso del idioma
A través de la Academia Chilena de la Lengua, que cumple 130 años, el país ha sido un actor relevante en el proceso de normar y fijar criterios de uso común como una forma de mantener la unidad del idioma castellano...
En estos días se conmemoran los 130 años de la Academia Chilena de la Lengua, una de las asociaciones pioneras en el mundo de habla hispana creadas para el reguardo y promoción del buen uso del idioma castellano y que naciera al alero de la Real Academia Española, fundada en el siglo XVIII. Los avatares de la historia han ido dotando a las academias nacionales de toda la región de una creciente influencia en la tarea de fijar preceptos, aclarar dudas y recoger las innovaciones lingüísticas que produce el uso del idioma en los distintos ámbitos sociales y culturales en que se desenvuelven los 500 millones de personas que lo hablan en el mundo. Ello ha permitido desarrollar en las últimas décadas una política panhispánica, que significa en la práctica el fin de la preeminencia lingüística de España -que hasta 1951 emitía todas las normas de uso del español- y el comienzo de una era "policentrista", en que ya no hay una ciudad o una sociedad de habla castellana que dicta criterios, sino muchas.
Esta nueva etapa de las relaciones entre las diversas academias coincide con un momento de gran crecimiento de los hablantes de este idioma en todo el mundo -es hoy la segunda lengua universal- en la era de la globalización, fenómeno que opera como gran fuerza centrífuga y que exige, en el caso de las comunidades lingüísticas, poner especial énfasis en la reafirmación de su propia identidad, si no quieren correr el peligro de disolverse en el empobrecimiento provincial del dialectismo. La Asociación de Academias de la Lengua Española ha sido un sólido referente panhispánico a la hora de mantener unidos en el uso del idioma a todos sus hablantes, a través de la publicación de diccionarios de diversa índole que logran el consenso de las 22 entidades asociadas, en gramática, uso de americanismos o en la última edición del Diccionario de la Lengua Española, lanzado el año pasado. Chile ha sido, a través de su academia, un actor relevante en este proceso, aportando cuadros técnicos de primer nivel y un cuerpo de miembros muy activo.
En este contexto de globalización, de innovación tecnológica permanente de los medios de comunicación, de una masiva democratización de su uso cada vez más segmentado y descentralizado, en fin, de la fuerte penetración de otros idiomas en el habla coloquial, llama la atención el excesivo énfasis que actualmente ponen las academias en exhibir una imagen propositiva, de registro del uso del idioma, de "notarios de la lengua", abandonando un tanto lo que ha sido su tradición por siglos de procurar normar y fijar criterios de uso común como una forma de mantener la unidad del lenguaje. Sin caer en extremos, la vocación prescriptiva de toda entidad que busca proteger un patrimonio, en este caso uno invaluable, no debiera ser objeto de ningún complejo, sino, muy por el contrario, de una misión esencial y permanente en la tarea de establecer criterios mínimos del uso del castellano. Sin ir más lejos, los numerosos y excelentes escritores en esta lengua, a pesar de ocasionales declaraciones de rebeldía, en sus escritos son modelos de corrección, respeto a las normas, elegancia, cortesía y perfección, sin renunciar nunca a la libertad creativa.