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Cartas
Domingo 27 de septiembre de 2015
El mes decisivo
En el mes de octubre, el Senado votará la reforma laboral. Un proyecto de gran incidencia en el futuro económico y social del país.
Ya se presentaron las indicaciones del Gobierno. Traen algunos avances respecto del texto despachado por la Cámara. Por ejemplo, permite que durante la huelga sean los trabajadores los que voten personalmente la oferta del empleador y pone el énfasis en la huelga pacífica.
Sin embargo, quedan varios problemas graves que aún no han sido resueltos. Se mantiene como obligatoria la negociación colectiva de los sindicatos interempresa. Se impide que se puedan extender los beneficios a los trabajadores que no negociaron, sin la aprobación del sindicato que lo hizo. Esto último forzaría a que empresas paguen remuneraciones y beneficios diferentes a trabajadores con la misma calificación y productividad. Un claro atentado a la igualdad social que el proyecto de ley busca promover.
Pero el principal problema del proyecto de ley es la prohibición del reemplazo interno. Es decir, si un trabajador está en huelga, la empresa no puede poner a otro, que no participa en el conflicto, a realizar sus funciones. A no ser que dentro de la empresa ya desempeñe las mismas tareas, y en el mismo establecimiento.
¿Es esta una norma que ayuda a que la negociación sea más equilibrada? La respuesta la dan los países que han logrado desarrollarse más que nosotros. La regla general es que autorizan el reemplazo interno. Y nadie diría que en Estados Unidos, Francia, Alemania o Inglaterra no hay una huelga efectiva. Por supuesto que la hay, solo que en el marco de una negociación equilibrada. Que les facilite seguir creciendo, competir en los mercados internacionales e incentivar un clima de paz social.
Todavía no se ha dado una buena explicación de por qué Chile no debiera seguir las mejores prácticas del mundo desarrollado. Un senador dijo que lo que pretendía era que la reforma laboral fuera aplaudida por la CUT. El problema es que la función de un buen gobierno democrático debiera ser servir el bien común de la sociedad, ayudar a la construcción de un proyecto colectivo de nación y no arrancar aplausos de un sector determinado.
No nos confundamos respecto de la importancia de lo que está en juego. Suprimir el reemplazo interno, creando una institución anómala para el mundo desarrollado, traería un costo significativo para el país en términos de crecimiento, competitividad y paz social. Con el agravante de que se trataría de una reforma, que a diferencia de la tributaria, resultaría muy difícil corregir en el futuro.
Todavía estamos a tiempo de hacer las correcciones indispensables. La palabra la tiene el Senado. Y octubre será el mes decisivo.
René Cortázar
Ex ministro del Trabajo