"El gran pequeño", en una lista de películas lacrimógenas, ultra sentimentales y desde luego manipuladoras, debería ocupar un lugar destacadísimo y encaramarse hacia los primeros lugares.
Desde luego, lo que se conoce como factura -fotografía, vestuario, ambientación y además textura- es impecable en el sentido de que responde a una estética de postal y de cuento maravilloso.
Algo subrayado en el comienzo y con la voz en off, porque es un impecable, limpio y resplandeciente puerto de pescadores sobre un acantilado y con un centenar de vecinos. Su nombre es O'Hare, está en California y la calle principal empieza en el Pacífico y termina con una montaña al fondo que es casi una réplica del logo de la Paramount Pictures, para que nadie se engañe ni se pierda: esto es de película.
Pepper (Jakob Salvati), un niño que anda por los 8 años, vive en este paraíso mínimo y sus problemas de crecimiento no le impiden ser normal y feliz, sobre todo porque su padre Michael (Michael Rapaport), mecánico de automóviles, es su mejor amigo y único socio en una aventura contaminada por el cine y la magia, donde el héroe del niño es Ben Eagle (Ben Chaplin), una especie de Mandrake el mago, y una estrella en las revistas, las series y el teatro.
Esta coproducción es más mexicana que estadounidense, pero no se nota en absoluto, y más bien al contrario, porque la historia es un canto a las glorias de Estados Unidos que acaba de ingresar a la Segunda Guerra Mundial.
Michael parte al frente y quedan desconsolados su esposa, el hijo mayor y Pepper.
El pequeño aún no crece, aguanta el bullying de la pandilla colegial y ni él ni su familia soportan una mala noticia que vuela desde las Filipinas: su padre es un desaparecido en acción.
A la historia ingresan dos personajes: Oliver (Tom Wilkinson), el buen cura del pueblo, que le entrega al niño una lista con los deberes de la caridad cristiana -proteger al débil, cubrir al desnudo o visitar al enfermo- y al final le agrega lo más difícil, porque en el pueblo aparece un viejo japonés, Hashimoto (Cary-Hiroyuki Tagawa), y el niño debe buscar su confianza y hacerse su amigo.
En este episodio, y porque Hashimoto padece la rabia y violencia de los vecinos, está el recuerdo y el homenaje para una película ejemplar: "Conspiración de silencio" (1955) de John Sturges.
El caso es que el niño, por la enseñanza del mago Ben Eagle y por la misión que le encomendó el sacerdote, convertirá en realidad una frase antigua y bíblica: la fe mueve montañas.
Es una película que habría emocionado y entusiasmado a Walt Disney, porque sus materiales de construcción son familia, patria, religión, lágrima, cine, fábula y lo último no es lo menos importante: es una película bien contada.
No es la vida como es, sino como debería ser.
El pueblo de O'Hare y el pequeño Pepper pertenecen al reino de Disneylandia.
"Little boy".
México-EE.UU., 2015.
Director: Alejandro Monteverde.
Con: Jakob Salvati, Cary-Hiroyuki Tagawa, Michael Rapaport.
106 minutos. TE.