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Editorial
Miércoles 02 de septiembre de 2015
Un complejo escenario económico
Para cosechar los resultados proyectados para el próximo año -tanto en crecimiento como en inflación-, el trabajo requerido puede ser bastante más arduo de lo que la autoridad monetaria hace ver.
Cumpliendo con el mandato de su ley orgánica, el presidente del Banco Central, Rodrigo Vergara, ha presentado al Senado la visión del ente autónomo sobre las proyecciones de la economía nacional y las políticas que ella sigue. En lo fundamental, la visión de la autoridad confirma las importantes dificultades por las que atraviesa nuestra economía, reduce a 2,0-2,5% el rango de crecimiento previsto para el presente año (aunque espera para el 2016 una mejoría a 2,5-3,5%) y prevé que la inflación se mantenga sobre el 4% interanual durante todo el 2015 y hasta bien avanzado el 2016; esto es, por sobre la meta explícita de la política monetaria, que es mantener la inflación entre 2 y 4% anual.
Como corresponde a un banquero central, Vergara se manifiesta especialmente preocupado por la magnitud y persistencia de la inflación, y trae a colación el mandato "claro y sin ambigüedades" que le impone la ley de controlar la inflación. Destaca que hasta ahora las expectativas inflacionarias de mediano plazo se mantienen en calma, pero admite el riesgo que para la credibilidad de la política monetaria podría significar el totalizar dos o más años con una inflación sobre el 4%.
Para la autoridad, la principal explicación es el aumento del dólar en 50% en poco más de dos años. Con razón, lo atribuye en buena medida al deterioro de las condiciones externas, factor que ha provocado una desvalorización semejante en otras monedas latinoamericanas. Sorprende, sin embargo, que no haga alusión a la incidencia en el dólar y el IPC de la incertidumbre política interna, a lo expansiva de la política monetaria y -sobre todo- a la presión ejercida por los costos laborales, regulatorios y tributarios. En relación con los salarios, Vergara destaca que sus aumentos están moderándose, lo que ayudaría a controlar la inflación. Pero omite que, dada la pronunciada desaceleración de la productividad laboral, sus alzas son aún muy superiores a lo que sería compatible con la meta de inflación. Ello es particularmente inconveniente cuando la situación externa exige un dólar alto y la consiguiente presión inflacionaria. Debió el timonel de la política monetaria haber aprovechado la ocasión para informar a los senadores del riesgo de que en sus próximas votaciones sobre legislación laboral, reajuste de la administración pública o salarios mínimos, pasen por alto las severas exigencias de disciplina salarial que la situación demanda.
Aunque Vergara no lo explicita, parte del problema inflacionario podría derivar de un error de cálculo. Para el diseño de las políticas monetaria y fiscal, un elemento clave es la llamada "brecha de capacidad productiva"; esto es, el espacio disponible de reactivación sin agotar la capacidad instalada. Coincidiendo con cálculos previos -como, por ejemplo, los del FMI-, el Banco Central ha reestimado el crecimiento potencial -rebajándolo a solo 3,5%- y corregido la señalada brecha a 1% o menos. En otras palabras, se habría sobreestimado nuestro potencial de crecimiento y, por tanto, aplicado políticas más expansivas de lo previsto. De acuerdo con ello, el Banco Central deberá, más temprano que tarde, comenzar a subir los intereses. El Ministerio de Hacienda debería reconocer también que en su regla fiscal se ha incurrido en un error semejante y diseñar una política más restrictiva el próximo año.
Son muchas las complejidades del actual panorama económico interno y externo. Es muy probable que las proyecciones y políticas anunciadas deban sufrir importantes cambios en los meses venideros. Para la ciudadanía y para los mercados, desde luego, es reconfortante observar la convicción con que el Banco Central refrenda su compromiso con la estabilidad. Pero todo parece indicar que para cosechar los resultados proyectados para el próximo año -tanto en crecimiento como en inflación-, el trabajo requerido será bastante más arduo de lo que la autoridad monetaria hace ver.