Raúl Neira y Alejandro Cisternas

Han pasado 22 años desde la última vez que un equipo chileno, la Universidad Católica de Ignacio Prieto, llegó al partido final de la Libertadores. En 1991, Colo Colo terminó con años de frustraciones y el humillante eslogan de "la copa se mira y no se toca".

De ahí en más, las semifinales fueron el techo: Universidad de Chile en 1996, el Cacique al año siguiente y nuevamente los azules en 2010 y 2012.

"Después de ganar la copa, pensamos que más equipos tendrían opciones de pelearla. No es fácil luchar con rivales que tienen inversiones grandes. Es cosa de ver la plantilla de Tigres, el último finalista", dice Rubén Espinoza, figura del Colo Colo 91.

"Antes le dábamos una importancia tremenda a la Copa", sostiene Prieto. Y profundiza: "Pretemporada y concentraciones de diez o quince días solo pensando en la Libertadores. Yo tuve el apoyo de los dirigentes en cuanto a la convicción de mantener un equipo y a planificar muy bien: cuando jugamos con Barcelona, en Guayaquil, nos fuimos cuatro días antes del partido. Las Sociedades Anónimas necesitan recuperar lo invertido y a la primera de cambio venden a un jugador".

-¿Cómo convenció a los dirigentes para que no le vendieran cartas importantes en la UC del 93?

"Le dije a Alfonso Swett, el presidente, que después del título del 87 me había vendido muchos jugadores. Y en 1993 entendió que no podía hacer lo mismo y mantuvo el equipo. Le pedí a Sergio Vázquez. 'Ahí está', me dijo".

Espinoza está de acuerdo con Prieto. "Hay que pensar en un proceso de cuatro o cinco años, como el Colo Colo que empezó en 1986 con Arturo Salah. Hizo muy pocos cambios, llegaron refuerzos importantes y se armó un buen grupo humano... Nosotros, de hecho, creíamos que la copa a ganar era la de 1990".

La otra mirada

En la Copa Sudamericana, el registro no es tan alarmante como podría pensarse luego de la eliminación de tres equipos en primera fase. La UC (2005 y 2012) y Colo Colo (2006) estuvieron al borde de la gloria que la U de Jorge Sampaoli alcanzó en 2011. "Se juntaron un montón de cosas", reseña Albert Acevedo. ¿Cuáles? "Grandes rendimientos individuales, un equipo fuerte y la propuesta del DT que daba resultado".

-¿Es fundamental mantener un equipo en el tiempo para lograr éxitos?

"No sé si en la U de 2011 había muchos jugadores que venían de 2010. Con Jorge Sampaoli llegaron Johnny Herrera, Marcos y Osvaldo González, Charles Aránguiz, Gustavo Canales, Gustavo Lorenzetti... Éramos un plantel nuevo. Lo fundamental fue que el rendimiento de los jugadores terminó por plasmar lo que quería el técnico".

Acevedo hace un alcance: "Tras el título de 2011 llegamos a semifinales en la Libertadores de 2012 y lo mismo hizo la UC en la Sudamericana. Después no conseguimos nada, pero hay generaciones nuevas que tienen potencial para lograr resultados. Y la selección, en la Copa América, nos jerarquiza un montón".