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Editorial
Lunes 24 de agosto de 2015
Episodios críticos en el 2015
Extraña que no se hayan considerado formas de comparar las mediciones del 2015 con las de años anteriores, y así poder determinar si hay avances en la lucha contra la contaminación...
Hasta ahora van 53 episodios críticos de contaminación en Santiago durante 2015, lo que representa la peor estadística en 11 años, y aún podríamos sufrir episodios adicionales. Las causas de los malos resultados son múltiples: falta de lluvias durante buena parte del invierno, alta congestión y mal estado de camiones y buses, y por último la falta de fiscalización efectiva de la quema de leña. El resultado es que este año ha habido 14 preemergencias con restricción de vehículos catalíticos.
En todo caso, no es posible comparar los niveles actuales de contaminación con los anteriores, porque los nuevos instrumentos miden hasta un 30% más que los usados antes de 2014. Es extraño que antes de introducir una nueva forma de medición no se hayan analizado modalidades para poder comparar históricamente los niveles de contaminación, y así poder determinar si hay avances efectivos en la lucha contra ese fenómeno en el largo plazo.
El Ministerio del Medio Ambiente espera que el próximo año comience a aplicarse el plan de descontaminación de material particulado fino (MP2,5), lo que debería reducir el número de episodios en el futuro. Debe recordarse que el MP2,5 es el más dañino para la salud.
Sin ese plan, las medidas que ha tomado el ministerio son invasivas y poco efectivas. Aunque la contaminación es influenciada por la congestión, los automóviles contribuyen solo con el 2% en forma directa. La congestión provocada por los automóviles tiene un efecto indirecto, pues entorpece el desplazamiento de buses del transporte público y camiones, y ello aumenta la contaminación. Esto se debe a que, a falta de fiscalización efectiva, camiones y buses son grandes contaminantes. La consecuencia es que la restricción, como se está usando actualmente, es una medida ineficiente para atacar el problema: el costo para los cientos de miles de dueños de automóviles que no pueden usarlo es mucho mayor que el de fiscalizar para reducir la contaminación que emiten buses y camiones.
Para el futuro, Medio Ambiente desea establecer una restricción permanente a los autos particulares catalíticos. Para evitar la compra de vehículos adicionales, el ministerio propone aplicar la medida solo durante los meses de alta contaminación. Se supone que los 16 días estimados de restricción por vehículo no inducirán la compra de automóviles adicionales. Eso puede ser un argumento errado, porque aquellas personas que dudaban de si comprar o no un automóvil adicional, ahora lo harán. Por lo tanto, incluso esta restricción limitada traerá un aumento en la masa vehicular, aunque menor que si la restricción fuera durante todo el año.
El ministro de Transportes concibe esa restricción permanente como una medida redistributiva, pues los usuarios del transporte público, que tienen menores ingresos, verán su situación mejorada. Por su parte, la cartera de Medio Ambiente desea excluir de la restricción a los automóviles que usen tecnologías menos contaminantes, de mayor costo y a los que solo tendrán acceso grupos de altos ingresos. Estos problemas conceptuales muestran que se trata de medidas que aún no han sido estudiadas en profundidad, algo que en el país se está haciendo cada vez más habitual.