La segunda Guerra Mundial trajo consigo un cambio en el equilibrio de las influencias culturales en todo el mundo occidental, surgiendo una clara predominancia del imaginario norteamericano por sobre la -hasta entonces- hegemonía europea. En arquitectura y en urbanismo, este imaginario se materializó en un "Estilo Internacional" y una visión de "Renovación Urbana" que, aunque nacidos de los principios del Movimiento Moderno de los años 20, se consolidaría recién en los años 50. Estos ideales calaron hondo en una generación de arquitectos y urbanistas chilenos ansiosos de experimentar la revolución formal y conceptual de la posguerra norteamericana, un nuevo orden triunfal a costa de todo lo existente. En pocas décadas, las ciudades chilenas sufrieron la demolición sumaria de todo cuanto fuese necesario para materializar nuevas obras y replantear sus horizontes. Los mismos arquitectos que habían contribuido a consolidar la ciudad configurada de fachadas continuas y alturas constantes, ahora renegaban de ella: en 1956 aparece en Santiago el primer edificio de placa y torre en Alameda con Arturo Prat y enseguida otro en plena Plaza de Armas, ambos de Emilio Duhart y Sergio Larraín; en 1960 Jorge Aguirre proyecta el edificio Reval, un abstracto cilindro junto a la Universidad de Chile, luego en 1964 la hexagonal torre Santiago-Centro, abriéndose espacio en medio de la Alameda. En 1965 se levanta la Torre Endesa (Etcheverry, Duhart, Aguirre, Larraguibel), por años la más alta del país, en Santa Rosa, décadas más tarde aún rodeada de antiguas casas y cités.
Entre las intervenciones decisivas en el paisaje urbano de esta época se cuenta la Remodelación San Borja, proyectada y construida entre 1965 y 1970 por la Cormu en los terrenos del Hospital San Borja, que databa de la época colonial, donde se materializa a escala metropolitana el modelo avasallador de la ciudad-jardín corbusiana, con numerosas torres de viviendas aisladas y emplazadas sobre un amplio espacio público. Parte de este conjunto es el edificio para la Unctad III (1972), hoy Centro Cultural Gabriela Mistral, que con su enorme placa a plomo sobre la Alameda constituye la mayor imposición imaginable del modernismo sobre la ciudad configurada. También son influyentes la Unidad Vecinal Portales (1954-68) y las Torres de Tajamar (1967), ambas obras de Bresciani, Valdés, Castillo y Huidobro. Es la misma época en que el Plan Regulador Intercomunal de Santiago, a cargo de Juan Parrocchia y equipo, hace excavar la trinchera de la autopista Norte-Sur, demoliendo decenas de manzanas repletas de palacios espléndidos, aislando a Santiago Poniente del centro cívico, al Parque O'Higgins de los barrios aledaños, y sin jamás concretar las ilusiones futuristas que lo inspiraron. Hoy, apenas 50 años más tarde, la ciudad debate la necesidad de cubrir dicha trinchera para restituir el suelo urbano y restablecer las continuidades del espacio público.