La tendencia a controlar suele venir del miedo. No es siempre un miedo sentido, a veces es un miedo inconsciente. Nos lleva a creer que si todo está bien, nada malo va a pasar. Y entonces nos ponemos a la tarea de tratar que todo esté en orden.
Hacemos todo como si tuviéramos un libro de instrucciones en la cabeza. Por ejemplo: las madres actuales tienen una enorme cantidad de deberes que hacen cuidadosamente. Si se equivocan, si no les resulta, si la vida dice otra cosa, se mueren de culpa, se angustian y... aumentan los niveles de control.
A mayor incertidumbre en el mundo, mayor normatividad. El comportamiento social está normado -en Chile más que en otros países- al punto que hay maneras de vestirse para ejecutivos, para estudiantes, para jubilados, para todos. Nadie se atreve a salirse de la norma, porque algo malo puede pasar, alguien puede juzgar que soy medio rasca cuando no lo soy, alguien puede creer que me veo mal si ando con una polera que no es de marca, alguien puede juzgarme como tacaño si no uso el auto último modelo. En fin, hay normas que no están escritas pero que todos conocen bien.
En el otro polo está la libertad para hacer las cosas como estimemos que son buenas para nosotros. Soy yo quien decido qué tipo de comunicación voy a tener con mis hijos, qué auto quiero tener, cómo y dónde quiero vivir, cómo voy a cuidar a mis hijos, cuántos amigos quiero tener. En fin. Parece banal pero no lo es. Y no lo es porque el miedo nos fue dado en la biología para protegernos de los peligros. Pero cuando los peligros son tantos, la psiquis no resiste vivir en peligro y desarrolla mecanismos para combatir esa alarma que suena sin cesar.
Uno de estos mecanismos es el control. A mayor orden, mayor seguridad. Menos miedo, pero menos libertad.
Tener todo ordenadito no nos asegura contra el dolor ni contra la soledad, ni contra la incertidumbre. Nos crea la ilusión de lo estable y seguro.
Yo me atrevo a decir que el control también nos hace menos y menos interesantes. Un espíritu libre, que resiste niveles de desorden y que no siempre cumple las normas, es más atractivo solo porque es más libre. Y, por lo tanto, tiene más versatilidad para vivir las experiencias y mayor capacidad de distinguir entre lo accesorio y lo vital.