Que la risa tiene efectos positivos para la salud física y mental es algo que no se discute. Pero en la infancia, especialmente a través del juego, es cuando se aprende a reír y a tener sentido del humor. La risa es contagiosa y basta acordarse de esos ataques de risa que le venían a alguien del curso y que terminaba con todos los compañeros riéndose. Con suerte, hasta el profesor se reía, si tenía la sabiduría de entender lo beneficioso que desde distintos ángulos era para sus alumnos el reírse juntos.
Karl Ove Knausgard, el escritor noruego, relata en su novela autobiográfica "La muerte del padre" una infancia triste a causa de un padre alcohólico, y cómo ello marcó su proyecto de vida. Se trata de una confesión dolorosa, sincera y muy evocadora de emociones que inundan al lector, frente a una paternidad abusiva y negligente. Entre los recuerdos de infancia, algo muy rescatable y que posiblemente haya jugado un rol protector importante, es la relación con su hermano mayor, Yngve. En uno de los capítulos recuerda lo siguiente: "Cuando éramos niños, admiraba a Yngve de esa manera que los hermanos pequeños admiran a sus hermanos mayores, su aprobación era para mí lo más importante de todo y aunque él era demasiado mayor para que nuestros caminos se cruzaran cuando estábamos fuera, siempre nos apoyábamos cuando estábamos en casa; claro, solía ser su voluntad la que imperaba, pero sí era una relación muy estrecha. También porque nos encontrábamos ante un enemigo común, es decir, nuestro padre...".
Continúa más adelante: "Si hay algo que echo de menos de mi infancia es eso, el reírme incontroladamente en compañía de mi hermano por cualquier insignificancia".
Es que el poder de la risa es enorme y tiene un gran efecto para acercar a las personas. Y si bien todos sabemos que las peleas entre hermanos son inevitables, el ayudarlos a encontrar espacios de juegos compartidos en que se puedan reír juntos a carcajadas, tendrá un efecto en la salud física y mental y en la relación entre ellos. Esto no es tan difícil y se puede lograr con un gesto tan simple como buscar un libro de chistes apropiado para compartir, realizar disfrazados una dramatización o una imitación, ver una película divertida o cocinar juntos divirtiéndose con los resultados. Es necesario intencionar actividades que les permitan reírse juntos, así como respetar y valorar los espacios de juego en que ellos se ríen.
Es buena idea registrar las anécdotas familiares: la memoria es frágil y se olvidan con facilidad. A los niños les encantan las situaciones divertidas en las que ellos son los protagonistas, lo cual es fuente de generación de vínculos familiares y llegan a formar parte de la historia familiar.
Es bueno saber que el concomitante de la risa es la ternura, excelente medicina para niños y para adultos, además de ser un gran recurso contra la adversidad.