Hoy, cuando comience un nuevo capítulo de "Sitiados", la parábola de los talentos volverá a resonar en los oídos de quienes lideran TVN. La serie que ficciona el choque de culturas de la conquista de Chile es una buena alegoría de lo que sucede en un canal que busca hacer TV pública en un medio donde las medidas del éxito están dadas por el rating y no por la calidad, por la entretención liviana y no el aporte a la identidad.
"Sitiados" es una producción superior a cualquier ficción nacional y extranjera que se dé en TV abierta en la actualidad. Su guión, rico en pliegues narrativos que dan cuenta de las relaciones intergénero, intrafamiliares, interculturales y hasta espirituales, permiten a todos los actores desplegar un potencial dramático que rara vez se les ve en otro tipo de producción. Su puesta en pantalla es notable, ya que desde su calmo ritmo de desarrollo logra transmitir la permanente tensión de cada relación e interacción humana que viene a romper ferozmente la sobrecogedora mansedumbre del paisaje del sur.
El sitio al fuerte Villarrica es una buena demostración de cómo las sensibilidades de creadores como Carmen Gloria López, su guionista, y Nicolás Acuña, su director, pueden estar siendo asediadas en una industria que requiere algo más que pura calidad: también necesita saber sintonizar con la masividad.
La misma dupla estaba hasta esta semana a cargo de la pantalla de TVN. Directora ejecutiva y director de programación, sin embargo, dejaron de estar juntos cuando el jueves el segundo presentó su renuncia y fue reemplazado el día posterior. Claramente, una salida pactada con anterioridad y causada no solo por los bajos resultados numéricos del canal, sino también por una serie de decisiones poco habilidosas de programación.
Acuña no pudo revertir las consecuencias de las malas decisiones tomadas en la administración anterior. Apenas llegado, debió hacer frente a la pésima teleserie "Caleta del sol" y la cambió de horario, descuidando el producto que pondría en su lugar. Reprogramaciones sucesivas afectaron a "Dueños del paraíso", otra rémora de la era anterior. Y cuando tuvo la oportunidad de estrenar un producto suyo, "La poseída", la insólita opción fue repetirla cuatro veces seguidas en su día de debut.
Los nuevos espacios tampoco lo acompañaron, sobre todo en el área de entretención. El programa de trasnoche que se creó para la fracasada transmisión de la Copa América terminó por ofrecer la mirada más menesterosa del canal, con una escenografía de vitrina de home-depot con iluminación digna de programa de terror. Su último estreno "Lip-Sync", a cargo de Mauricio Correa, terminó por ser un espacio efectista que en sus primeros cinco minutos de sobreeditada emisión mezcló la celebración del triunfo de la Copa, un minuto de silencio por la muerte de De Gavardo y la jocosa presentación del show. En el último capítulo, la actriz Carolina Varleta emulaba a una rockera besando y manoseando a una desprevenida colega que no disimuló su incomodidad. Cero control editorial.
Nicolás Acuña, un gran director de ficciones como "Los archivos del cardenal", cede paso a un publicista conocedor de las crisis de la señal. Eugenio García llega a hacerse cargo de un canal que, tal como cuando comenzó su gestión de 8 meses en 2002-2003, tiene poco material en la estantería que ofrecer. En esa época se echó a andar la máquina productiva con aciertos que pasaron a la historia como "31 minutos" y "Rojo", pero también con apuestas -como el reality "Tocando las estrellas" y "Día a día"- que no lograron hacer frente al entonces exitoso Mega, que despuntaba gracias al cuestionado y popular "Mekano", y a Canal 13, que comenzaba su reinado de realities con "Protagonistas de la fama".
TVN, se decía entonces, había perdido la brújula, la sintonía con las audiencias que por toda la década de los 90 sí logró. En rigor, nada muy distinto de lo que sucede hoy.