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Sábado 01 de agosto de 2015
Ayuda a la infancia desvalida
El Mercurio hace 100 años
A principios del siglo XX, la pobreza infantil era un alarmante problema nacional. Ocho de cada diez lactantes morían por enfermedades o por mala alimentación. Un editorial de "El Mercurio" así lo hacía notar el 31 de julio de 1915: "Los niños fallecen en una proporción que es una vergüenza, a un ritmo que solo tienen los países incivilizados. Y los que sobreviven, para ser hombres y mujeres futuros, se debaten en medio de todos los abandonos. Remediar esto es hacer obra de patriotismo".
Con estas palabras se concientizaba a la ciudadanía a dar su apoyo a la próxima colecta anual que realizaría el Patronato de la Infancia. La institución había sido fundada en 1901 gracias a la solidaridad de un grupo de benefactores: "Se creó con el objeto de cuidar al niño, no solo en su primera infancia para que pueda crecer sano, sino que también para enseñar a las madres a cumplir su misión. En nuestro medio, la escasez de cultura produce resultados que espantan. De ahí la importancia de la obra con las mujeres desposeídas", se informaba.
En efecto, la entidad benéfica fundó los primeros consultorios de atención primaria gratuita para mamás e hijos, llamados "Gotas de leche". Ahí, también, se les entregaba alimentos y leche esterilizada.
"La trascendencia del problema que ha encarado este instituto debe bastar para mover los sentimientos de nuestra sociedad. El que no tiene hijos y no sienta la solidaridad de los suyos con los pequeños miserables que dé, a lo menos, por amor a la patria. Porque los niños que se salvan de morir serán los obreros del porvenir nacional", se leía.
Lo cierto es que el llamado hizo efecto. Pese a la crisis económica que vivía la nación en esa fecha, se lograron recaudar 35 mil pesos, lo que resultaba ser todo un éxito.
Las comisiones encargadas de recibir las ofrendas se instalaron en el Correo, bancos y otros edificios con gran afluencia de público. Se veían, también, señoras y jóvenes precedidos del estandarte de la fundación, recorriendo colegios y centros de reclusión.
En el diario se describían escenas conmovedoras, como una niñita que obsequió sus juguetes a las huerfanitas y un reo que cedió todos sus ahorros: "Ricos y pobres se desprendieron con gusto de su óbolo, destinado al generoso fin de ayudar a la infancia desvalida".
En la actualidad, el Patronato Nacional de la Infancia sigue realizando su labor benéfica. Y, al igual que hace un siglo, efectúa su colecta anual durante agosto.