Atraviesa la economía nacional por una coyuntura delicada. Se han derrumbado las expectativas, no ya solo de los empresarios -tan sensibles al clima político-, sino también de los consumidores. El pesimismo está paralizando las ventas y puede hundir la actividad económica. En su "segundo tiempo", el Gobierno ha reconocido que es prioritario reflotar el crecimiento económico y que ello no se conseguirá a punta de expandir el gasto público porque el déficit presupuestario ya es excesivo. Sin embargo, hasta ahora no hay claridad sobre la nueva estrategia.
El programa de gobierno en aplicación, henchido de demagogia e ideologismos, supuso que recargar las actividades productivas de impuestos y regulaciones no alteraría la buena marcha de la economía. Ante una desaceleración inesperadamente prolongada, la reacción fue inyectar una fuerte dosis de gasto fiscal. Pero no hubo reactivación duradera porque sin confianza en el futuro económico la receta fiscal es estéril o contraproducente. Minar esa confianza es precisamente lo que han conseguido las reformas promovidas por el actual gobierno.
No le será fácil a la coalición oficial cambiar el curso de navegación. La carga ideológica de muchos de sus dirigentes es muy fuerte y su propensión a seguir las consignas voceadas desde las protestas callejeras no parece menguar. La descapitalización política de la Presidenta Bachelet -su popularidad se ha ido al suelo- promueve las disidencias y rebeliones. Con las municipales del próximo año se inaugura la temporada electoral y los apremios populistas cobrarán intensidad.
Mientras tanto, las condiciones económicas externas se nos complican. Lo que era un panorama más bien tranquilizador, en los últimos días ha sufrido un brusco deterioro por la caída en el precio del cobre. Goldman Sachs, prestigiado banco de inversiones, ha rebajado a solo US$ 2,0 por tonelada su pronóstico para el próximo año, con una muy leve recuperación en lo que resta de la década. Aunque afortunadamente también cae el petróleo, y en cualquier caso estamos bien aprovisionados para la llegada de "vacas flacas", el nuevo escenario puede propinarle un nuevo golpe a la confianza en nuestro futuro económico.
Son estas circunstancias en las que se prueba la pericia de los buenos conductores. Es urgente que el Gobierno reformule su estrategia, corrija las reformas más dañinas (como la laboral, hoy en el Senado), descarte las muchas iniciativas legales contraproducentes (como la prohibición de cobrar por los estacionamientos de los malls ; especialmente significativa por lo absurda) e infunda confianza de que en verdad trabaja, en forma seria y competente, para facilitar el desarrollo de Chile.