La más clásica tradición europea en espectáculos titiriteros trae la compañía checa Karromato, que desde su fundación en 1997 ha sido aplaudida en no menos de 30 países de acuerdo al carácter trashumante de este oficio. Su carta de presentación dentro de Famfest es "Circo de madera", uno de sus shows en repertorio. Cuyo título lo dice todo, pero que resulta cautivante para los pequeños por su sencillo e ingenuo encanto, mágico y a la vez risueño, e invita a los mayores a maravillarse con el virtuosismo de su técnica, de una elaboración y complejidad que rara vez se ha visto aquí (y cuya maestría hace que todo parezca tan fácil).
De gran simplicidad y respetuosa de las antiguas convenciones de ese arte, desgrana en 50 minutos nada más que un desfile de típicas destrezas circenses, en que no falta la equilibrista ecuestre, el mono trapecista o el malabarista chino. Pero en miniatura, ejecutadas por muñecos de madera de no más de 40 centímetros de alto, tallados y armados por quienes los manipulan. Ocurre en una tarima con un telón de fondo representando una pista de circo, y se acompaña de una bonita selección musical que aporta la atmósfera festiva. Uno de los dos animadores, que es español, hace de Señor Corales anunciando las diversas rutinas, y las voces de algunos 'personajes', en castellano, pero con frases en otros idiomas, para dar el toque 'internacional'.
Técnicamente, lo notable es que se trata de marionetas movidas por 10, 12 y hasta 14 hilos cada una, lo que les da una flexibilidad articular y fluidez de movimiento casi natural. A ratos uno se puede dejar llevar por la ilusión de que estos fantoches, humanos o animales tienen vida propia.
Tachonado de proezas y efectos sorprendentes o graciosos, a medida que avanza el show va incorporando giros absurdos, surreales e incluso crueles, sin perder su tono amable y divertido. Como el domador que es devorado entero por el león, los bomberos que saltan enloquecidos por el escenario, o la bailarina de cancán que va perdiendo una a una sus extremidades y se convierte en un abrir y cerrar de ojos en un globo aerostático con su pasajera a bordo que vuela por los aires. Mágico y pasmoso, sin duda.
Hoy última función, a las 12:00 horas. Teatro Municipal de Santiago. Agustinas 794. $8.000 y $5.000.