Bien al comienzo de "Ant-Man. El hombre hormiga", cuando el protagonista Scott Lang (Paul Rudd) atiende en una heladería se esboza lo más destacado de la película.
En esas secuencias no son más que dos actores muy laterales que valen por los parlamentos, pero especialmente por sus rostros, vestuario y actitudes.
Uno es un cliente y el otro el administrador del local. El primero, un adolescente lerdo e insoportable; el segundo, el administrador burlón y cruel.
Estos personajes periféricos anuncian los momentos delirantes, divertidos y algunos inolvidables, como esa conversación del trío de pequeños delincuentes que rodea a Lang, un hombre que acaba de salir de la cárcel, está divorciado, sin trabajo y se guarece entre los desposeídos de San Francisco, por unos barrios repletos de latinos, afroamericanos y emigrantes.
El trío de Luis (Michael Peña), Dave (T.I.) y Kurt (David Dastmalchian), y a propósito de Di Caprio y el hundimiento del Titanic, sostiene un diálogo que revela las fronteras de su saber y las fuentes de su información.
Es un conocimiento popular, irregular, memorioso y parcelado, donde el boca a boca está plagado de trivialidades.
Los planes del trío, de hecho, se encadenan con imágenes que son una sucesión de planos y personajes con familiares y amigos que se traspasan los datos de un golpe, un atraco o una buena oportunidad.
La trama secundaria de la película se nutre con un humor que brota de una realidad imprecisa y empobrecida.
En la vereda del frente está la trama principal de "Ant-Man. El hombre hormiga", genios, empresarios, tecnología de última generación y un mundo de gente inteligente y brillante, pero ambiciosa y dañada emocionalmente.
Eso explica que el maestro Hank Pym (Michael Douglas) haya sido desplazado por su aprendiz, Darren Cross (Corey Stoll), y ambos compartan y compitan por un descubrimiento portentoso: convertir a un humano en insecto y hacerlo invencible.
Y el riesgo final es un clásico , o es el destino de "El increíble hombre menguante" (1957) de Jack Arnold: el hombre infinito que pasa a integrar la eternidad.
La película cumple con la receta del nacimiento de un nuevo superhéroe y en esto es obediente, convencional y sin novedad en el frente.
"Ant-Man", afortunadamente, tiene conciencia de sí misma, aunque a veces se demora en reaccionar, pero antes que la fórmula caiga por su peso porque aburre o porque esto se ha visto demasiadas veces, es la propia historia la que acude al rescate y algo pasa: es un chiste o un gesto o un ruido para provocar distancia y alguna categoría.
O bien entra en escena ese mundo de los extramuros -ese trío de pillos y sus cuentos- donde el único saber es oral y audiovisual, y proviene de un conocimiento masivo y hormiga: superproducciones, superhéroes y palomitas de maíz.
"Ant-Man". EE.UU., 2015. Director: Peyton Reed. Con: Paul Rudd, Michael Douglas, Evangeline Lilly. 117 min. TE.