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Editorial
Domingo 12 de julio de 2015
La prioridad es la economía
"Priorizar el crecimiento exige probablemente revisar las reformas que promueve el Gobierno, ya sea por su alto costo fiscal o por desalentar la inversión..."
En breves dos meses en el cargo, el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, ha operado un importante cambio en el "discurso oficial". Aunque desde el Gobierno se siguen defendiendo sus "reformas de fondo" para hacer de Chile un país menos desigual, se advierte que su programa es de un costo fiscal que -pese a haber alzado los impuestos- resultaría inabordable si la economía no retorna pronto al 4% o 5% de crecimiento originalmente previsto. Las condiciones externas y la incertidumbre ocasionada por las propias reformas han frenado el dinamismo de la economía. El mensaje del ministro es que lo prioritario hoy es restablecer un clima de confianza, apropiado para el crecimiento económico, y que ello exigirá jerarquizar y graduar la aplicación del programa.
Aunque el giro del Gobierno hacia un mayor realismo proporciona una señal tranquilizadora, su contenido es aún demasiado difuso como para restablecer la confianza y reactivar la economía. El desánimo que exhiben los empresarios y los consumidores es peligroso porque puede precipitar una dañina caída en la demanda. La economía mundial -que crecía a buen ritmo- ha sido últimamente golpeada por el derrumbe bursátil chino y la crisis griega. Los precios de nuestras exportaciones -especialmente el del cobre- han caído. A ello se suma la pesada carga de impuestos, exigencias burocráticas, presiones sindicales e incerteza jurídica que parece alentar el programa de gobierno. La proyección oficial de crecimiento para el presente año ha sido rebajada a 2,5%. El problema es que, en las actuales condiciones internas y externas, no parece haber razones para esperar un desempeño económico mucho mejor en los años venideros.
Hace bien el ministro Valdés en subrayar la importancia de contener la expansión del gasto público y priorizar medidas para impulsar la productividad. Pero en el presente año el gasto público aumentará un 9% real y llevará a un déficit fiscal de un insostenible 3% del PIB. Ha dado a conocer el ministro que hay la friolera de US$ 1.200 millones de gastos comprometidos por sobre lo presupuestado. Bien podría el Gobierno efectuar los recortes necesarios en los restantes gastos a fin de atenerse a la Ley de Presupuestos vigente. En lugar de ello, el ministro ha planteado que habrá que contener el gasto fiscal en los próximos años, pero es dudoso que ello sea creíble dada la sobreejecución señalada. A su vez, el ministro desliza que probablemente ya no será posible converger al equilibrio presupuestario durante este gobierno, según había sido programado, lo cual en parte justificó la reforma tributaria. Faltar a dicho compromiso tampoco contribuye a crear credibilidad en la política fiscal.
Priorizar el crecimiento exige probablemente revisar las reformas que promueve el Gobierno, ya sea por su alto costo fiscal o por desalentar la inversión. En consejo extraordinario de gabinete, la Presidenta Bachelet ha reconocido no contar con los recursos previstos, expresado que hay que jerarquizar y sintetizado la nueva actitud de su gobierno como "realismo sin renuncia". Probablemente, recomponer la confianza exigirá definiciones más precisas.