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Martes 07 de julio de 2015
Un adiós con lágrimas, emoción, recuerdos y mucho ruido de motores
En un multitudinario funeral -más de un millar de personas repletó el Parque del Recuerdo-, Chile le brindó el último adiós al piloto que marcó huella e hizo historia: fue un pionero, un embajador y un deportista excepcional. "Tenía muchos amigos y ahora se va a juntar con algunos que ya partieron", dijo su hijo Tomás.
Héctor Opazo y Michelle Bouey
"Atención motoqueros de corazón: Ceacheí...". Con el improvisado grito de un fanático tuerca comenzó el adiós de Carlo de Gavardo en el Parque del Recuerdo. Mientras unos cantaban el himno nacional a modo de homenaje, otros hacían rugir los motores de sus motos, la pasión que le arrebató el alma al huelquenino, quien dejó un surco profundo en todos quienes lo conocieron durante sus casi 46 años de vida.
En un funeral con más cascos que flores, más aplausos que lágrimas, más recuerdos alegres que tristes, cerca de un millar de personas repletaron la capilla del cementerio, mientras quienes se quedaron afuera siguieron los emotivos discursos de familiares, amigos y cercanos que De Gavardo sembró y cosechó durante su vida.
Llegaron todos. Los que rieron y derramaron lágrimas cuando escucharon la carta que le escribió Giorgio, su hermano corralero, incapaz de leerla por la emoción. Los que llenaron de firmas la foto adherida a las puertas de la capilla, los que participaron en la íntima ceremonia en el cinerario del parque, en la que se cremaron sus restos que la próxima semana, justo el día de su cumpleaños, serán repartidos en su querido fundo La Vacada, en su hogar, su centro de prácticas y también escenario de competencias de ciclismo.
No fue coincidencia que el coro de la capilla entonara "Sueño Imposible" durante la misa de despedida, dedicada a un Quijote de carne y hueso que creyó y siguió su fantasía. Y que la canción que lo acompañó, su favorita, fuera "Ghost of a Chance", del grupo canadiense Rush, que reza: 'No creo en los para siempre, sí creo que hay una oportunidad para encontrar a alguien para amar'.
"Cosechando amor"
"Pucha que te querían...", decía la carta que Giorgio le escribió a Carlo, pocas horas después del deceso de su hermano. "Parece que tu moto no solo hacía ruido, sino que iba botando semillas de amor", añadió.
Fue el pasaje más emotivo de la despedida, cuando las lágrimas que habían aguantado varios tirones terminaron por caer. Algunos desconsolados salían de la capilla, mientras otros se aclaraban la garganta.
"Querías tanto hacer una competencia de enduro extremo en La Vacada que me voy a preocupar de organizarla. Y va a llevar tu nombre", se comprometió su hermano.
Tomás, el hijo mayor, también despidió a su padre con la voz quebrada por la emoción: "Sus camisas rotas, el papel donde anotaba lo que tenía que hacer, los zapatos cambiados... Recuerdo cuando mi mamá se subió a la moto y se cayó. Mi papá fue corriendo a ver cómo estaba... la moto. Mi mamá lo mandó a la chu...", contó, sacando carcajadas en medio del llanto.
Hasta siempre Carlo. Lo dijeron todos ayer: "Acá en esta tierra que te vio nacer, nadie te olvidará jamás".