Hay que reconocerlo: en Chile estamos preocupados de que al Papa Francisco se le escape alguna frase de apoyo a Bolivia en su aspiración marítima. El Vaticano asegura que es neutral, y además, como reconoció el mismo Evo, la visita a Bolivia tiene carácter pastoral. Pero lo que agregó Morales es lo inquietante: "Si (el Papa) se expresa al respecto, será por iniciativa personal". O sea, Evo no lo descarta.
¿Y quién puede estar seguro de que el Papa, tan espontáneo siempre, en su primera gira en castellano y con plena voluntad de acompañar los "procesos sociales" que se siguen en Ecuador y Bolivia, no haga un comentario que pueda ser interpretado, aun de manera equivocada o maliciosa, como un respaldo a la reclamación boliviana?
La Presidenta Bachelet visitó a Francisco y habría tocado el tema en cuestión. También hablaron de pobreza, exclusión social y del aborto. ¿Habrá convencido Bachelet al Pontífice? Recién lo sabremos a mitad de semana, cuando Francisco esté por unas horas en La Paz y luego vuele a Santa Cruz.
Se sabe que el Papa argentino no se deja manipular. El gobierno de Bolivia lo comprobó cuando no pudo impedir que en su programa incluyera una visita al penal de Palmasola, considerado uno de los más violentos de Bolivia, donde, según el portal Hoybolivia.com, están recluidos 5.200 internos e internas en precarias condiciones.
En Santa Cruz también se reunirá con líderes de movimientos sociales, cercanos al gobierno, los que desde ya han anunciado que le pedirán que se sume a la causa de "mar con soberanía".
Aun siendo una casualidad, y no mencione el mar, la visita papal encaja de maravilla en la estrategia comunicacional que ha desarrollado Bolivia a nivel internacional. La misma que Chile no ha tenido. El vocero Carlos Mesa, excelente comunicador y un respetadísimo ex Presidente, es una pieza fundamental en esta tarea. Estas últimas semanas visitó Panamá, Costa Rica y Cuba, y explicó las razones de la demanda radicada en La Haya.
Evo Morales ha hecho lo suyo, y más, al conseguir que Ollanta Humala firmara una declaración en la que no solo solidariza con el pedido de mar, sino que menciona el uso de la fuerza, como recordatorio de la Guerra del Pacífico. Las explicaciones de la Cancillería peruana no son satisfactorias y muy bien hizo la Presidenta Bachelet en cancelar su cita bilateral durante la Cumbre de la Alianza del Pacífico.
Otra pieza de la estrategia ha sido que personeros bolivianos viajen a Chile. Mesa quiso y no pudo venir. Mejor le fue al Vicepresidente, Álvaro García Linera, quien la semana pasada hizo un viaje privado, presentó un libro y, de paso, recibió el firme apoyo de sectores de izquierda para su "revolución" y para la demanda.
Tal como dijo García, los bolivianos "despertaron y no cerrarán los ojos". Chile no debe dormirse.