Anticipándose al riesgo de desnaturalización de la visita papal por el gobierno de Bolivia, el vocero del Vaticano, sacerdote Federico Lombardi, ha descartado que el Sumo Pontífice tenga planificado referirse o intervenir en la reclamación marítima boliviana.

No podía ser de otra manera. Se trata de una visita pastoral que no merece desvirtuarse para comprometer la autoridad espiritual y moral del Papa Francisco en un problema limítrofe, sometido a la Corte de La Haya, instancia judicial de la Organización de las Naciones Unidas, en la cual participa la Santa Sede.

Todo justifica, entonces, que el Vaticano observe neutralidad, siempre respetuoso del Derecho Internacional, de los tratados, del carácter bilateral de la reclamación, y considerando la repercusión negativa que podría haber tenido su descartada interferencia, ante millones de católicos que posteriormente lo recibirán en Chile.

Son conocidas las maniobras del Presidente Evo Morales para involucrar en la controversia marítima a otros gobernantes, autoridades y referentes extranjeros, especialmente en medio de la redacción de la sentencia sobre falta de jurisdicción de la Corte de La Haya. Así consta en sus recientes comunicados conjuntos con los presidentes de Perú y Paraguay. Sus repetidas manipulaciones aconsejan profundizar una actividad diplomática eficaz para conjurar sus adversos efectos en la defensa de los intereses nacionales.

Bolivia, tanto ante la Corte como frente a la opinión pública, no ha trepidado en victimizarse en su pobreza y aspiración marítima, desconociendo las responsabilidades sistémicas y de sus gobernantes, y negando el mérito de las facilidades otorgadas por Chile para su salida al Pacífico. En este cometido ha degradado su propio potencial y, especialmente, su demanda, minimizando su impacto negativo como precedente respecto de la intangibilidad de los tratados, para la estabilidad de las fronteras, la paz, la seguridad y para la cooperación y el orden internacional.

Esta estrategia pretende, seguramente, atraer la simpatía internacional hacia su causa y alentar a la Corte para que asuma una peligrosa jurisdicción.

En consecuencia, es positivo que el vocero vaticano se muestre advertido de los riesgos de desnaturalizar una gira pastoral y descarte la intervención papal en la reclamación boliviana.