El cineasta James Cameron logró con las dos primeras partes de "Terminator" establecer los pilares de una saga notable, columnas de las que esta continuación reniega. "Terminator: Génesis" rompe con su matriz y, en consecuencia, pierde la brújula patentada por el genio de "Titanic" por una razón clave: la Sarah Connor original (Linda Hamilton) hacía y deshacía con tal de salvar a su hijo John Connor de la furia de las máquinas venidas del futuro. Un hijo que es la esperanza de la Humanidad. Pero en este capítulo firmado por el director de "Game of Thrones" y el fallido filme "Thor", Alan Taylor, una aguerrida Sarah Connor (paradojalmente una suave Emilia Clarke) va detrás de su hijo -ya adulto- para eliminarlo, pues queda convertido en el villano de la historia, a merced de un guión poco creativo. James Cameron supo manejar el kitsch de su perfecto díptico sin traspasar esa frontera hacia el mal gusto, pero Alan Taylor, al revisitar literalmente la primera cinta de 1984 (incluso vemos el guiño a las zapatillas Nike como si esto fuera un "Volver al futuro II", porque la historia vuelve a su punto de origen), es incapaz de manejar con solvencia los códigos de un cine B inteligente, clever, ágil y lindando con la brillantez que campeó Cameron. Donde antes hubo tensión, pulso y vena narrativa, ahora está el relajo y la flacidez de un guión que solo alterna el orden de los productos, como si fuera un tremendo gesto de ingenio poner de villano al sujeto que siempre ha inspirado la acción. El truco le salió bien a James Cameron, cuando convirtió a su villanesco exterminador robot de la cinta de 1984 en el aliado del niño John Connor en "Terminator 2". Pero Arnold Schwarzenegger, luchando con su versión digitalizada de los 80, es lo mejor que Alan Taylor puede hacer para la galería en esta secuela floja y cuyo único arreglo sería viajar al pasado y re-escribirla en su gran totalidad. "Terminator Genisys". Estados Unidos, 2015.
126 minutos. T.E + 7.