Julio Martínez, probablemente, habría dicho algo como esto:
-Un huaso nos dio el triunfo. Un huaso tenía que ser. Un huaso de Chile.
Se habría emocionado, y es que los muertos a veces despiertan y vienen caminando como corsarios de película, bajo el mar del Caribe, hundidos entre algas y envueltos por los moluscos profundos de isla Tortuga, y regresan al son de un tamtan: el Sapo, Lucio Fariña, Darío Verdugo, Sergio Brotfeld y Nicanor Molinare con su hijo José Luis de la mano; Hernán Solís, don Pampa, Aver, Pancho Alsina, Gustavo Aguirre, Raúl Prado y JM, claro está, desde bien arriba de la marquesina y con los ojos bien abiertos, para Chile 1 y Uruguay 0, cuando los derrotados quedaron tostados por el escozor profundo, el dedo en la llaga y la íntima picazón.
Es que el mundo ha cambiado, don Julio.
Ahora contra Perú.
Estamos esperando.
Los vivos y los muertos.
No es la hora del detalle ni la pequeñez.
Es la hora de la ciencia y la ficción.
Después del clarín suenan las trompetas y se proclama la amnistía general, para todo el personal.
Contrahechos y mechas tiesas, momios blancos de toda la vida, izquierdistas rojos e irreductibles y chilenos en general.
Intelectuales de pie plano, maestros chasquilla, artistas sin arte y vendedores de pomadas.
Para los chilenos en situación regia o en situación de calle.
Los sin esperanza y los que se pierden antes de jugar.
Admiradores del ataque que claman por partidos sin polera ni protector.
Los que prefieren salir arropados, tapados, cubiertos y hasta con guatero.
Los que se agrandan con un par de twitters y se creen el cuento sin saber leer.
Para el veterano que reza por el pasado y todavía cree en Cua Cuá, Leonel, Chocolito y el Mundial del 62.
Para el recién llegado que no sabe ni una y transmite como si se las supiera todas.
Para el hincha de mediana edad que es mediano por raciocinio, sentimientos, odios y salud, pero se puede vivir así: medianamente bien.
Para los feligreses del rombo y para los devotos del 4-3-3.
Para los que no creen en el 9 mentiroso y dudan del lateral cuando es volante.
Esto es para los viudos de Marcelo Bielsa, los sobrinos y amigos de Claudio Borghi y los desencantados de Jorge Sampaoli.
Esto es para los tristes por naturaleza, los amargados por deporte, los predicadores del verbo fácil y los que proclaman que no somos campeones de nada.
Que vengan, que vengan y que nadie los detenga.
Sin vergüenzas ni resquemores y sin vacilaciones ni remilgos.
Para los tristes por naturaleza y para los que se andan riendo solos.
Vamos todos.
Es por una vez en la vida.
Es por intentar ganar la Copa América.
Es por el nombre del Estadio Nacional.
Es para que Julio Martínez y la larga tropa descansen en paz.