Es un lugar rural y campestre, cantan y vuelan los queltehues y una mujer, desde el fondo del plano, avanza con dificultad y a paso lento, pero con determinación: Raquel (Ana Reeves), profesora jubilada y de pocas palabras, decide volver al Colegio Diego Portales, particular y subvencionado, de donde fue despedida después de 23 años y de miles y miles de horas semanales.
La veterana vestida de rosado y con moño, interrumpe la clase de cuarto medio y se dispone a dictar un reforzamiento de matemáticas para la PSU, ante la protesta y alharaca de la joven profesora titular y la sorpresa y desconcierto del pequeño grupo de alumnos.
En los patios, la directora Valentina Castillo (Catalina Saavedra) observa el ensayo de una obra teatral, llama por celular, se distrae y es una mujer tensa y culposa que necesita morder algo: uña, labio, celulares, mano.
Este es el clima de "Desastres naturales".
En una esquina, la vieja profesora que irrumpe en una sala y así nace una toma de apoyo que inunda al colegio, se exige su reintegro y se arma una protesta de gritos y destrozos.
En la otra esquina, la directora intenta apaciguar, ocultar y sofocar el lío, para que nadie se entere: ni apoderados ni carabineros y menos el ministerio que otorga la subvención.
Esta es la primera película del director Bernardo Quesney, también coguionista junto a Pedro Peirano, con experiencia en estas lides desde la serie "31 Minutos" a "La vida me mata" (2009), "La nana" (2009) y "No" (2012).
La línea entre educación y precariedad es delgada y quebradiza. Lo que hoy es un colegio con nombre y uniformes, mañana puede ser bodega o basural.
Lo mismo entre realidad y apariencia. Un ejemplo es la foto oficial del Presidente de Chile que inunda comisarías, escuelas y reparticiones públicas. Es el marco, la banda corresponde y es la pose correcta, pero no es la persona que conocemos.
En esa franja viven Raquel y Valentina, personajes con algo sicótico, torvo, enigmático y trágico.
"Desastres naturales" registra un proceso de desintegración, lo hace con recursos desiguales y no podía ser de otra manera.
Es la película de un debutante y esa es una explicación.
Hay más guión que imágenes. Existen lagunas y mucho tiempo desocupado, demasiadas imágenes que se van en banda y unos largos travellings lerdos e inútiles.
Y demasiada insistencia por los animales y sus sonidos -caballos, ovejas, chanchos y gansos, más relinchos, balidos, chillidos y graznidos- como una alegoría simple sobre un mundo adocenado, domesticable y colegial.
A "Desastres naturales" hay varias cosas que le sobran, pero otras se resisten y merecen ser rescatadas.
Lo que queda es un caldo base de comedia anárquica y negra, donde el sistema se desintegra a pedazos y los profesores pueden ser monstruos. Y entre los alumnos abundan los líderes de pacotilla, los comerciantes de alfajores y los jóvenes traidores.
Chile, 2014. Director: Bernardo Quesney. Con: Ana Reeves, Catalina Saavedra, Montserrat Ballarín. 75 minutos. Mayores de 14.