Un grupo de señoras se reúnen a tomar once y el rito es sagrado, puntual y mensual.
Lo hacen desde mitad del siglo pasado, desde cuando eran señoritas del Santiago de 1950, y así hasta ahora, cuando lucen recuerdos, frustraciones, arrugas y risas.
La directora Maite Alberdi, nieta de una de las protagonistas, filmó durante un lustro estas reuniones, que van alternando el lugar, la anfitriona y el humor, con eso que a veces las inunda: pena, soledad o nostalgia.
Pero también está un desliz, alguna habladuría y lo de reírse juntas, cantar y quizás rezar.
Son cinco compañeras, a veces más y en ocasiones alguna reaparece, y también es cierto que en el camino se van quedando o simplemente no llegan.
Los primeros planos de la directora, tan serenos y transparentes, buscan sentimientos verdaderos y escondidos, disimulados en los gestos y siempre atrapados en esa antigua amistad.
Son dolores, secretos y prejuicios compartidos.
Es la mirada y un labio torcido o unos ojos húmedos de repente.
María Teresa, Alicia, Ximena, Angélica o Gemma, señoras amigas que recuperan unas expresiones que se han ido entre los dedos del tiempo: suelta el remo, flauta, pintoso, patuleco o alguien se traspapeló.
O vuelven sobre las letras del antiguo cuplé y los versos de esa canción tan famosa, popular y española, con cantantes como Sarita Montiel o Concha Piquer, divas con garbo y desplante.
Y entre medio hablan de la vida que les cayó en suerte o la que tuvieron y las penas que arrastran y eso que se llamó infidelidad, desamor o destino.
La película se detiene con detalle y cariño en los materiales de la once.
Es la mesa y la vajilla impecable, las copas y su sonido, platos blancos, manteles de hilo y encaje y esa repostería primorosa con los petit bouche, tartas y tartaletas, betunes de vainilla, flor de merengue y pétalos de chantilly.
Maite Alberti las filma con devoción, las sigue hasta el final y el documental se convierte en bitácora, homenaje y testamento.
Es el grupo y es cada una con lo suyo: el matrimonio que tuvieron, la niña Francisca que se puede quedar sola, la época que les tocó vivir y de la soledad claro que se habla, pero tampoco hay que ponerse tristes y para eso están donde están, todos los años, aunque el mes sea distinto y también la hora.
¿Se puede pelar a la ausente? Claro que sí, mientras sea sin maldad.
¿Y para qué hablar de cataratas, alzheimer, cáncer y de esas cosas que Dios les dio?
Preferible juntar dinero para ir de paseo a Viña del Mar y mejor a Olmué, donde hay cosas que ahora existen y antes no: spa y resort.
La película es historia privada chilena, es oral, valerosa y emotiva.
Señoras amigas y siempre juntas.
Las que quedan están cantando, pero ahora no es un cuplé.
La letra dice que van por la "La calzada de Emaús" y que un peregrino va con ellas.
Y esta es, entonces y finalmente, el significado de "La once" para estas señoras: es la fracción del pan.
Chile, 2014. Directora y guión: Maite Alberdi. Personajes: María Teresa Muñoz, Alicia Pérez, Angélica Charpentier. 70 minutos. T.E.