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Sábado 23 de mayo de 2015
El último vuelo de Warren B. Smith
No fue cualquier piloto, pues ostentó el récord de haber cruzado 1.600 veces la cordillera de los Andes. Era Warren B. Smith, uno de los capitanes más antiguos de Panagra (Pan American-Grace Airways), quien falleció en Miami el 21 de mayo de 1965, a los 62 años.
Se leía en "El Mercurio" que en 1932 fue destinado a Chile como jefe regional de la empresa, permaneciendo en nuestro país durante 14 años, junto a su mujer e hija. Por su destacada actuación en el terremoto de 1939, al evacuar a más de 700 víctimas del sismo, el Gobierno le otorgó en 1942 la Orden al Mérito, a través del Ministerio de Relaciones Exteriores. Antes de esta condecoración, sus colegas ya lo llamaban "Caballero de los Andes", por concluir que "nadie mejor que él conoce ese recorrido".
Previamente, cuando logró 1.500 travesías sobre el macizo, ocasión que coincidió con haber alcanzado 16.250 horas de vuelo, las autoridades aeronáuticas locales le ofrecieron una recepción en el aeropuerto Los Cerrillos. Asistió, también, el capitán Dagoberto Godoy, quien fuera el primer chileno en vencer esas alturas, en 1918, despegando de Santiago para aterrizar en Mendoza, a bordo de su aeroplano "Bristol".
Del resto de su vida, se mencionaba que Smith nació en Minneapolis y que en el transcurso de su educación vivió en varios estados norteamericanos. Sus actividades aéreas las inició en un escuadrón de San Francisco, en 1921, pasando por diversas firmas, hasta ingresar al Standard Flying Service. Después, trabajó para la línea Nyrba (Nueva York, Río, Buenos Aires), y se cambió a Pan American Airways, cubriendo la ruta a Panamá y El Salvador desde su país.
A Panagra llegó para hacerse cargo del trayecto Montevideo-Buenos Aires-Santiago y viceversa. Allí piloteó trimotores Ford, DC-2 y DC-3, ampliándose su itinerario hacia Lima, en ambas direcciones.
Se destacaba en la prensa que era un "enamorado de Chile, con incansables elogios, que lo hacían un vigoroso y excelente propagandista nuestro". Tanto así, que cuando regresó a Estados Unidos, acogiéndose a jubilación luego de 35 años de servicios, "volvía todos los años de vacaciones, permaneciendo largas temporadas en Panguipulli, dedicado a la pesca, su deporte favorito".
En la actualidad, se le recuerda con una calle en Las Condes que lleva su nombre.