Este es un flamante restaurante español muy español, con su gente atendiendo, cocinando y también como clientes (en especial cuando hay partidos castizos). Es una casa que está poseída por la hispanidad, y eso se respira de entrada. O sea, es innegablemente una experiencia.
La cerveza se sirve en cañas, una gran costumbre que debiéramos adoptar de esta suerte de nueva invasión: vasos más breves, por lo que no se calienta su contenido (a $1.200).
Bien por eso. Y, en Formentera, si bien hay buena cocina diaria, al pedir de la carta queda al debe, hay que decirlo. Porque si uno pide el pollo en pepitoria, ese con salsa de almendras, y el trozo de pechuga viene en su punto -como casi nunca ocurre con este corte-, es para alucinar (es los martes). O si apuesta por el cocido madrileño de los miércoles, no hay pérdida, de verdad. Entonces, seguramente cuando se trata de otros platos del día -paella de mariscos o albóndigas con tomate-, la fe pide coherencia. Y seguramente la concreta verdad puede corroborarla.
El lío es pedir a la carta.
Porque el block de ensaladilla rusa es abundante ($3.500), pero esos maníes que la rodean son tan ajenos como las almendras que campean en otras tapas. Y si uno pide gambas al ajillo ($6.900), y estas están muy bien de ajo (harto AJO, lo que se agradece), uno las preferiría con sus colas -un test de frescura- o, mejor aún, con esas quebradizas cabecitas para sorbetear. Pero en fin, el plato estaba bueno, pero no superior.
Lo mismo con unos trozos de pan con pisto ($1.900), con un huevito frito calcinado y ya sin vida encima, aunque la base vegetal estaba bien sabrosa. U otro pedazo de pan con foie y una salsa agridulce ($1.900), más adornado que sabroso en su combinación contrastante.
Entonces, para resumir estas informaciones que pueden sonar a contradictorias: hay de lo bueno y también al debe. La atención es simpática, pero algo dispersa. La opción del almuerzo es más que recomendable y, en materia de tapas, por lo menos en este caso quedó pendiente. De todas formas, hay un extra a considerar para quienes gustan de la juerga, con sus cañitas y demás: este sitio amenaza con cierres muy tardíos -como jueves y viernes hasta las 4:00-, algo que los noctámbulos tendrán que verificar con la propia fuente, para no encontrarse con la puerta cerrada y la fiesta ya muerta.
Las Urbinas 132, 2 2502 2632.