Fue una cuenta, y no una arenga, de lectura rápida y algo plana, sin mayores énfasis y casi ninguna salida de libreto; estuvo lejos de ser un discurso inflamado. Anuncios hubo, pero de aquellos que Lavín decía que interesaban a la gente. Se verificaron en materia de cuentas de luz, fin de cotizaciones para pensionados, salud pública, transporte, conectividad, infancia, y hasta perros de la calle. En cambio, el proceso constituyente, la desmunicipalización de la educación pública escolar, el plan para enfrentar la violencia en La Araucanía y demás cuestiones complejas que tensionan el debate público quedaron omitidas o expresamente postergadas para el segundo semestre. En suma, la Presidenta ha hecho un discurso que no llenará de entusiasmo a nadie, pero que tampoco aumentará su desaprobación.
La estrategia seguida por la Presidenta me pareció una muestra de gran inteligencia política, pues ha postergado toda definición importante, mientras su nuevo equipo se acomoda en sus cargos.
Sucede que el "año intenso y complejo", como lo llamó dos veces la Presidenta en su Mensaje, ha cambiado la dirección del viento. Los marinos saben que cuando ello ocurre, si se quiere seguir enfilando al norte, hay que reorientar las velas y volver a estibar la carga. La travesía no se detiene, pero es inteligente no salir a mata caballo cuando no se ha terminado de diseñar una estrategia acorde a las nuevas condiciones reinantes. Es lo que ha hecho la Presidenta: brindarse una pausa a sí misma y a su nuevo equipo político; sin duda, los grandes beneficiarios de un discurso que les permite a ellos proponerles a la Presidenta el curso y el ritmo más eficaz.
"Los hechos son los hechos", le escuché decir a la Presidenta en una frase casi disociada con la secuencia que llevaba su discurso, luego de un aplauso surgido en medio de anuncios relativos a municipios.
El año "intenso y complejo", el mismo que Carlos Peña ha caracterizado como un ingenuo intento refundacional algo mesiánico y Andrés Velasco como el año de la vorágine casi rayana con el populismo, en el que yo pienso que no se ajustaron bien los fines con la estrategia, ha llegado a su término, pero también ha pasado su cuenta, y la Presidenta ha mostrado su ojo político al brindarse tiempo para poder adaptarse ella y su gobierno a los nuevos aires que corren antes de apurar de nuevo la marcha.
Los hechos son los hechos, y sobre ellos, aunque también en medio de sus resistencias, es que se hace la política.
Jorge Correa Sutil