La temporada "Fernando Rosas" de la Fundación Beethoven abrió con el concierto que dieron los Salzburg Chamber Soloists, orquesta de cuerdas fundada en 1991 por el violinista brasileño Lavard Skou-Larsen con la intención de formar un conjunto atípico para tocar música de cámara con la libertad de la que gozan los solistas. En estos años, los Salzburg han hecho numerosas giras internacionales, han grabado discos como "Ci divertiamo...!", con obras de Mozart en sus versiones originales o en arreglos, y aparecen también en antologías como "Mozart in the Evening" y "Evening Solitude", ambas con portadas de atardeceres, ese "lado B" de la oferta discográfica dirigida a un público menos conocedor al que le gusta la música clásica, entre otras cosas, porque relaja.
El programa, coherente en su propuesta de recorrido histórico, comenzó con el "Adagio & Fuga" para cuerdas K. 546 (1783) de Mozart, obra poco frecuente en los escenarios y que muestra al genio austríaco dando cuenta magníficamente de su tardío, pero profundo acercamiento a Bach. La dramática introducción sonó algo insegura al inicio -con músicos y público aún fríos-, y la Fuga, tal vez por el tempo bastante más rápido que lo habitual, desdibujada en su complejo y audaz entramado contrapuntístico.
Siguió el Concierto para piano Nº4 (1806) de Beethoven, en un desconocido arreglo, en el que destacó la original aproximación del solista Andreas Klein, solvente en la frondosa escritura pianística. El Adagio , con su cadenza extraterrestre, fue el punto álgido de una versión que es difícil de escuchar, porque se echa de menos el resto de la orquestación genuina: las maderas, los bronces y, sobre todo, los timbales en el último movimiento. El arreglo le permite al conjunto, de todas formas, llevar esta versión más portátil de una obra que sigue siendo un extraordinario desafío para las audiencias, aun las del siglo XXI.
La presentación se completó también con arreglos: el del Preludio de "Tristán e Isolda" (1859) de Wagner y "La noche transfigurada" (1899) de Schönberg, a medio camino entre la formación de sexteto original y la orquestación para cuerdas del propio compositor. Aquí los Salzburg Chamber Soloists mostraron su mejor lado, con el sonido de un conjunto bien afiatado, y supieron mantener la atención del público del Teatro Municipal de Las Condes.
Los encores incluyeron Piazzolla y una pieza acompañada de pandereta, que los asistentes celebraron con vítores.