Mientras Marco Antonio Figueroa vociferaba en Chillán que Cobreloa recurriría a todas las instancias posibles para revertir el descenso -argumentando que el partido contra Ñublense se había jugado en condiciones extremas y anormales-, el presidente del cuadro naranja, Augusto González, musitaba abatido que no tenía mucho sentido apelar a las secretarías para zafar de un descenso largamente anunciado.
Al final, como debería ocurrir siempre, todo se zanjó en la cancha, y la polémica de la cual podrían haberse aferrado los calameños hasta la eternidad se resolvió sobre la cancha del Nelson Oyarzún. Sin que eso borre, por supuesto, la vergüenza de un reglamento tan confuso y mal redactado como la composición de "Mi mascota la vaca", que entregué en segundo básico.
La justicia deportiva permitió, además, que Ñublense, que pretendió salvarse por una leguleyada, acompañara a los nortinos en su descenso. Fernando Díaz, el entrenador de los chillanejos, no quiso hablar después del partido, ni siquiera para defenderse de las ácidas críticas que le hiciera el "Fantasma". A decir del jefe de comunicaciones, pasaría en el vestuario entre "una o dos horas resolviendo la situación de los jugadores". En otras palabras, recortando el plantel por situaciones económicas.
Mirando el lado positivo de las cosas, la Primera B no solo recuperará sus 16 plazas, sino que tendrá varios estadios flamantes: Calama, Viña, La Serena y Concepción. Escaso consuelo para Cobreloa, que se esmeró en hacer las cosas mal para dilapidar su brillante historial. Adjudicarles todas las culpas a los dirigentes no solo es injusto, sino que errado. Hubo técnicos y jugadores que no pueden eludir sus pecados. Y una hinchada que debió reaccionar antes en la denuncia y la ira.
Culmina así la fase regular de uno de los torneos más extraños e irregulares de que se tenga recuerdo. La liguilla puede marcar otro registro: cuatro equipos de regiones representando al fútbol chileno en la Sudamericana (U. Católica podría evitarlo).
Como ya está dicho, la obligación de los dirigentes será encontrar la mejor fórmula para elevar el nivel sin perder la emoción. La disminución de los extranjeros y la incorporación de sub 20 -ambas medidas sugeridas por Sampaoli- parecer ser solo el inicio. Revisar los reglamentos es el otro, al que se llegó más por necesidad que por convicción. Y aprovechar el largo receso para plantearse, seriamente, si queremos seguir pareciéndonos a los europeos.
Que así fue como empezó toda esta historia.