Mi educación no termina aún.
De repente, aprendo lo que ya sé. Por ejemplo, en la Universidad de Duke acaban de comparar el consumo eléctrico de quienes pagan automáticamente su cuenta con el de quienes la pagan personalmente. Aquellos consumen entre un 4% y un 6% más. Lógico.
Otras veces, aprendo lo que no sé: por ejemplo, científicos de la Universidad de Reading, Inglaterra, se preguntaron cómo poder eliminar esas melodías que uno tiene pegadas. La semana pasada publicaron un trabajo con la solución: hay que mascar chicle, ojalá chicle de globitos, y la música se olvida.
Investigadores de Cornell descubrieron que si a uno le están practicando una cirugía ambulatoria con algo de anestesia (¿dentista?) y recibe un mensaje de texto en el celular (y lo lee), deja de pensar que necesita más anestesia.
Y el 28 de abril en la conferencia TESS, que se celebra cada tres años para estudiar la relación entre la Tierra y el Sol, Kim Klimchuk, de la NASA, explicó por qué la atmósfera o corona de nuestro Sol es hasta 300 veces más caliente que su superficie. Nanoerupciones de plasma, cada una con una energía de una bomba de hidrógeno de 10 megatones, saltan desde la superficie y transmiten su inmenso calor, casi 10 millones de grados Celsius, a la corona: son la estufa del Sol.
Sigo recibiendo lecciones de otros, algunos jóvenes; otros, mayores; algunos, muertos. Es el tejido. En otros países hay sistemas organizados para que los mayores podamos enseñar en escuelas.
¿Quién es profesor? ¿Quién es alumno?
En la Escuela del Futuro, financiada por la Fundación Bill y Melinda Gates, en Filadelfia, los profesores se llaman "aprendedores".
Por todo esto, me preocupa que el Colegio de Profesores esté defendiendo el aprendizaje como un territorio exclusivo para quienes hayan estudiado pedagogía. De mis grandes profesores, no todos estudiaron pedagogía.
No sé muy bien cómo dejar ventanas legales abiertas en este territorio. De partida, yo mismo he pensado que debería enseñar.
Es lo que eligen los jóvenes profesionales universitarios que postulan a "Enseña Chile". Fueron 2.500 en 2014; los 150 seleccionados se capacitaron para trabajar 2 años en escuelas con un 76% de vulnerabilidad, con superiores resultados pedagógicos.
Un 15% proviene de carreras pedagógicas, pero la mayoría ha egresado de otras carreras. Y luego de dos años enseñando a los más vulnerables, quieren cambiar la Educación, persisten en el área, sabiendo ahora que eso es posible.
Que el Parlamento, que discute hoy quién es profesor, tenga presente a estos jóvenes. No pueden quedar al margen de la ley, al igual que otras personas que se vierten en la educación porque los llama ese servicio.
No defiendo la mediocridad. No dudo de la necesidad de la capacitación pedagógica, de la preocupación necesaria por la capacidad física, fisiológica y hasta estética de quienes participarán en el aprender.
Pero hay personas entre nosotros que podrían contar la vida, reemplazar a profesores que no pueden asistir por alguna emergencia, asombrar con sus viajes, aplaudir la matemática, dar testimonios políticos. Profesores para escuelas donde otros no quieran ir. Se pueden capacitar, acreditar de manera no tradicional.
Qué delicada tarea para los parlamentarios. Su propia educación no termina aún. Capaz que después quieran ser profesores.