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Domingo 03 de mayo de 2015
Hundimiento del "Lusitania"
7 de mayo de 1915
"Es una catástrofe de espantosas proporciones llamada por muchas circunstancias a impresionar profundamente al mundo entero". En estos términos se difundían en la prensa las primeras reacciones sobre la pérdida del transatlántico británico "Lusitania", hundido el 7 de mayo de 1915, cuando fue alcanzado, cerca de las dos de la tarde, por un torpedo disparado desde un submarino alemán U-20, frente a las costas de Irlanda.
Aquel día, el lujoso barco realizaba con normalidad el viaje desde Nueva York -donde zarpó el 1 de mayo- hacia Liverpool, como lo había hecho tantas veces. A bordo navegaban 1.110 pasajeros y 850 tripulantes, aproximadamente. La tragedia ocurría a menos de un año de haber comenzado la Primera Guerra Mundial, mientras las hostilidades estaban en pleno auge en Europa, con operaciones simultáneas en varios frentes y Alemania obteniendo ventajas. Estados Unidos aún se mantenía en una posición neutral. Lo sucedido tuvo alto impacto, porque hasta ese momento era impensado involucrar a civiles en el conflicto. Algunas versiones decían que los alemanes actuaron convencidos de que el "Lusitania" llevaba armamento para las tropas inglesas.
Los cables publicados en "El Mercurio" daban cuenta de la incertidumbre reinante. Lo cierto era que bastaron menos de veinte minutos para el naufragio. Finalmente, hubo casi 1.200 víctimas, incluidas mujeres, niños y 128 ciudadanos norteamericanos; entre ellos, Alfred Vanderbilt, considerado entonces el hombre más rico del mundo. Solo se salvaron 763 vidas.
El navío había entrado en servicio en 1907 para la Cunard Line y contaba con los máximos adelantos, que le permitían navegar a una velocidad de 25 nudos (50 kilómetros por hora). Se lo consideraba el sucesor del "Titanic" y más seguro, al contar con botes salvavidas de sobra.
La reacción internacional, en tanto, no se hizo esperar. Los despachos informaban de "una enorme indignación. Es un acto de crueldad suprema, habiéndose violado los más elementales sentimientos de humanidad". En Washington, el Presidente Woodrow Wilson exigía explicaciones al embajador alemán e informes concluyentes a su representante en Berlín. Mientras, la opinión pública ardía en sus juicios contra Alemania. Pasarían dos años, sin embargo, para que Estados Unidos ingresara a la guerra.