Enzo Garrido

"Te dije que había que quedarse para ser campeones", le enrostraba eufórico Nicolás Peric a Matías Donoso en medio del festejo. Cobresal destrozó todos los pronósticos, ahuyentó los favoritismos basados en el presupuesto y ganó el primer título de su historia.

No fue gratis ni fácil. La escuadra nortina palideció en el primer tramo del partido, cuando Barnechea ganaba 2-1 y en Las Condes, la UC trituraba 3-0 a Iquique. "Ahora corren, están todos mojados ", les gritaba un hincha en la tribuna de El Cobre a los 'huaicocheros'.

Pero Cobresal no se podía despedir de una gloria inédita sin luchar. Y por ello, tras el descanso, el líder salió decidido a arrollar, empujado por el tanque Donoso, por la zurda de Johan Fuentes y las agallas de Ever Cantero, uno desechado hace algunos años en San Carlos.

Se transformó el apacible campamento. La gente empezó a enloquecer a medida que se cimentaba el repunte, con el testazo de Cantero y el disparo de Francisco Sánchez. Mientras, en Santiago la UC agigantaba su fama de equipo frío, dejando que Iquique se empinara al empate. Los tantos de Misael Dávila, Michael Contreras y César Pinares quedarán en la película del campeón.

Atrás del milagro, existe un equipo en serio. Giovagnoli, de la cuna de buenos técnicos rosarinos, convenció a tipos cuyo derrotero no anota riquezas y sí mucha tierra (Provincial Arauco, Trasandino, Lota, Unión Temuco, Melipilla, Valdivia, Luis Matte Larraín son clubes que hasta hace poco tenían piezas el actual monarca). Un equipo ordenado, que juega a potenciar sus virtudes y a disimular sus penurias, tan simple como eso.

Pero había que ganar para no estirar la definición. Si Darío Bottinelli daba una mano desperdiciando un penal en la capital, Cobresal no iba a dejar pasar el tren. Carlos Ulloa decretó la pena máxima a los 81' y a Donoso no se le movió un músculo para fusilar al meta Álvaro Salazar. "Es un león", lo definió Giovagnoli, que se metió a la cancha para quemar tiempo durante los minutos de agregado.

Mientras la UC se petrificó cuando tuvo la gloria al frente, Cobresal, con un sentido común futbolístico a toda prueba, se encendió al olfatear el título. La sensación de salir campeón, estímulo desconocido hasta ayer en El Salvador, desbocó a un conjunto, que por años vivió arrancando de la hoguera de la B.

Bien por Cobresal y salud por su inesperado título.