Señor Director:

Entre los argumentos que se contemplan para la descriminalización del aborto (que es el punto de llegada de la despenalización) en el caso de violación, se encuentran dos recurrentes.

Uno de ellos es que el embrión humano no es una persona. En realidad, la ejecución del aborto presupone que el embrión sí es una persona, ya que en caso contrario no se entendería para qué se desea abortar.

El deseo de interrumpir una vida humana desde su comienzo, necesariamente parte de una representación previa de los cuidados que exigirá dicha persona una vez que nazca. Es esta anticipación racional lo que es rechazado por la madre en situación de abandono, ya que ella no se siente capaz de asumir la crianza y educación de su hijo.

El legislador que insiste en el sufrimiento de esa madre que no quiere serlo y que utiliza esto como argumento para legitimar la descriminalización, no repara en dos cosas: en que él, al suscribir el deseo de la madre de no serlo, de alguna manera también la transforma en una madre indeseada, y que no se puede solucionar un mal con otro mal.

Otro de los argumentos es el relativo a la propiedad del cuerpo. Estrictamente hablando, no existe propiedad sobre el cuerpo, ya que no puede coincidir el propietario con la cosa poseída, a menos que se cosifique el cuerpo y con ello la misma persona.

Sugiero, entonces, concentrar los esfuerzos en el apoyo y la difusión de las numerosas instancias existentes en Chile dedicadas a la ayuda a las madres abandonadas, o que se sientan tales, en vez de proponer la legitimación de una complicidad con la muerte, pues ninguna necesidad puede transformar en legal lo que es injusto.

Jorge Martínez Barrera
Profesor UC