Cada uno de manera distinta, tres artistas de nuestros días representan las relaciones, a la vez ricas, huidizas, entre luz y color. De esa manera, si el austríaco Jorrit Tornquist (1938) lleva a cabo la empresa a través del pigmento, el italiano Alberto Biasi (1937) lo realiza ante todo mediante relieves de PVC. Buen número de obras, a partir de los años 60, los testimonian en nuestro Museo de Arte Contemporáneo. Así, al comienzo, Tornquist opta por una abstracción geométrica típica de aquella época, cuyas formas suelen resultar una pizca toscas, al menos según el ojo actual. No obstante, algunos cuadros de entonces presentan indicios de individualidad. Está, por ejemplo, el par de rombos de l969; en uno de los cuales basta una delgada franja central de color diferente para establecer la suficiente diversidad. Durante la década siguiente encontramos ya el efecto luminoso, a partir de la disposición e intensidad sutil del color. Destaquemos de esa clase "Opus 427 D" (1971). Atributos semejantes se mantienen años después. Eso sí, en 1978 discrepamos de una incursión del artista, felizmente momentánea, en el uso de texturas y su indudable acercamiento figurativo. Por el contrario, buen ejemplar del camino más adecuado reemprendido hallamos en el luminoso y hermoso "Sfumatura", de 1985. De un modo inesperado, más tarde, dos trabajos de 1990 y uno de 2013 dejan ver un cuestionamiento de la tersura abstracta, al quebrar la tela con arrugas y, en inusual formato triangular, hasta deja visible el bastidor. El cometido, no obstante, se lleva a cabo con limpieza y pulcritud.
Al igual que el pintor anterior residente en Italia, Biasi pertenece al grupo Arte Programmata, que experimenta con los efectos ópticos. Más allá de eso, tanto al peninsular -al menos en la mayor parte de lo que muestra en Santiago- como al austríaco debemos considerarlos cultores del op art internacional. Por lo tanto, ante las realizaciones de ambos es indispensable la participación del observador, desplazándose físicamente frente a cada cuadro. Es cierto que el expositor nacido en Padua nos ofrece una obra cinética -la instalación con prismas en movimiento que refractan la luz-, pero todo el resto de lo que aquí expuesto corresponde al arte óptico. Así, a lo largo de los años 60 y 70 materializa esta tendencia con delicados, con originales, con preciosos relieves de PVC sobre tabla. Son ellos exquisitas bandas capaces no solo de vibrar, sino de hasta modificar dinámicamente las formas de esa especie de aureola de color ubicada al centro de la composición. Recordemos, en especial, algunos trabajos: el notable hexágono "Dinámica visiva", cuyo cuadrado azul se mueve en todas direcciones; "Variable round", círculos que se abren sobre otros círculos; en formato triangular rojo, la aureola amarilla. Asimismo encanta "Politipo", el cual, a pesar de contar con otras coloraciones, llega a hacerse completamente verde.
De 1978, "Variazioni di Politipo" pareciera anunciar la evolución posterior de Alberto Biasi. Es que ahora transforma sus relieves de poderoso efecto óptico en ensamblajes, sumándoles acrílico sobre tabla, cuyas imágenes remiten con mesura a la primera abstracción del siglo XX. Si bien constituyen logros interesantes -"Gocce e onde" (1998), óvalos de fuerte dinamismo en blanco y negro-, no alcanzan la pureza, la intensidad y variedad visual de las bellas construcciones más antiguas.
Gonzalo Sánchez en La Sala
Dentro de una línea creadora coincidente con los autores visitantes, nuestro compatriota Gonzalo Sánchez nos entrega obras muy recientes de luz y color, en Galería La Sala. Sobresale "Glaciar". Lo mismo que el resto de su exhibición, recurre a materiales poco habituales: sobre plintos negros de fierro o madera, papel vegetal, acrílico, polvos de lapislázuli y de roca cordillerana, dispuestos dentro de cajas luminosas. En el caso de este trabajo cinético, su imponente soporte adquiere atributos de escultura. Además, el progreso tecnológico le permite desplegar cambiantes círculos concéntricos de luz coloreada que definen una secuencia dinámica de delicadas coloraciones. Entorna la móvil iluminación la caja rectangular con los papeles angulares, transparentes y asociables a un ventisquero. Se trata, pues, de un diálogo bien administrado entre abstracción y acercamiento figurativo.
También protagonizados por colores que se van alternando, los tres "Tótems" sostenidos por bloques negros -recuerdan relojes ingleses- dejan ver en sus respectivas cajas ordenadas series de obleas de papel con algo de lunas llenas. Acá las variaciones cromáticas -incluyen blanco y negro- lo saturan todo, aunque cada una resulta distinta a sus compañeras. El grupo de cuatro "Grúas", por su parte, con formas y materiales similares a los de "Glacial", nos ofrecen una visión inmóvil y desarrollada en tamaños diferentes. Las casi triangulares hojas de papel ostentan un curioso aspecto vegetal, lo cual no impide que nos sugieran cordilleras iluminadas por duplas de color.
"De la luz a la imagen"
Amplio conjunto de distintas fechas, correspondiente al op art representado por el italiano Biasi y el austríaco Tornquist
Lugar: Museo de Arte Contemporáneo.
Fecha: Hasta el 25 de mayo.
"Infinito"
Personales trabajos cinéticos del chileno Gonzalo Sánchez
Lugar: Galería La Sala.
Fecha: Hasta el 2 de mayo.