Sergio Jadue, el primer presidente oficialmente rentado de la ANFP, anunció ayer que propondrá ante el Consejo de Presidentes la reducción del cupo de futbolistas extranjeros y la obligatoriedad de contar con jugadores sub 20 en las alineaciones titulares de los equipos de Primera. No especificó si el número de foráneos disminuirá por plantel o por cantidad en cancha o nominados, ni tampoco si la imposición de los "juveniles" tendrá características especiales.
La idea, como suele suceder en el ámbito directivo del fútbol chileno, es por definición genérica y reversible, pero propia de un actor político que roza la demagogia y que instrumentaliza sus directrices con el objeto de negociar y sumar algunos dividendos en el arte del empoderamiento. Pero en esta operación erró el discurso.
Jadue no es el primero en su cargo que pretende establecer medidas con tintes proteccionistas, pero que carecen de fundamento técnico alguno, salvo el de satisfacer a priori a los que suelen culpar al empedrado por el trabajo que no hacen y por la normativa que formulan entre cuatro paredes, como sucede desde que los controladores de las sociedades anónimas deportivas implantaron el secretismo en las asambleas de socios para operar sin antagonistas ruidosos.
Como Jadue no profundiza, se debe suponer que su propuesta de rebajar la cantidad de extranjeros (7 por club) parte del postulado que el jugador que viene de afuera es inferior al nacional o no aporta lo suficiente como para justificar que en su lugar esté un futbolista chileno. Si bien la actual cantidad podría sugerir cierto desbalance, ya que casi la mitad de un equipo en cancha (5) puede estar constituido por extranjeros, lo discutible es qué tipo de barrera de entrada se establece. Aquí, el eje no es la cantidad, debe ser la categoría. ¿Cumplen alguna exigencia quienes llegan a jugar a Chile? Más que reducir por simple demagogia, por terminar con el negociado de empresarios y gerentes, o porque ya dejó de ser una alternativa más barata a la local, si la premisa es una mejoría de nivel, lo que se debe hacer es establecer parámetros cualitativos para los que llegan a Chile, como se hace en medios desarrollados, donde es utópico que un jugador de tercera división y 27 años se convierta en un refuerzo para un club de Primera.
Si es irreflexivo lo de los extranjeros, la obligatoriedad que se intenta establecer con los Sub 20 ya es imprudente. ¿Cuál es el criterio técnico para que un club disponga de uno o varios juveniles en su formación titular? Un entrenador que estima que sus juveniles están capacitados para afrontar un desafío en el medio profesional no va a esperar que se lo impongan, menos un directivo que quiere rentabilizar la inversión. Si se trata de enfrentar la seguidilla de fracasos de las selecciones menores o de mostrar que existe una "política" de tiraje a la chimenea, no existe mejor medida que implementar una competencia robusta. La imposición de juveniles es una ingenuidad y un oportunismo mediático grueso, porque hoy la gran barrera que tienen los menores de llegar a los primeros equipos es el paupérrimo sistema que estableció la ANFP esta temporada, donde por ahorrarse dinero se regionalizó el torneo, yendo contra toda lógica competitiva.
Si Jadue quiso responder con estos anuncios a las declaraciones críticas de Jorge Sampaoli al recambio de jugadores en la selección nacional o a las dudas del nivel interno del torneo, equivocó el relato. Hubiese sido mejor que en esta pasada guardara el estudiado silencio que suele tener cuando de verdad tiene que hablar.