Señor Director:

El día Viernes Santo, un grupo de personas y familias compartió en un camping de Santiago un gran asado. Al no ser creyentes, ello no ofrece dificultad alguna para la fe de la gente, ni para la Iglesia que respeta opciones diversas ante lo religioso. El tema es que bajo el lema "ateos herejes", se convocaron para ello, con publicidad, y como una forma de mofa y ataque a una práctica de fuerte arraigo en los sentimientos de la mayoría de nuestro pueblo, como ayunar y privarse de carne ese día.

Dudo que el auténtico ateísmo, por el cual siento un gran respeto, se sienta representado por tales actitudes. Quienes ayunamos ese viernes buscamos estar más disponibles a las cosas del espíritu, y por ello abiertos a la solidaridad. La privación del ayuno está destinada a los pobres y sufrientes, y especialmente esta semana, a quienes tienen problemas para alimentarse por la tragedia del norte.

Una cosa es no asignarle a la fe un significado en la vida de la persona, la sociedad y la historia, pero distinto es arremeter sin respeto ni pudor alguno contra las creencias religiosas de otros. Resulta más incomprensible aún, en una sociedad como la nuestra que hace 80 años vive en un Estado laico, no confesional, que como tal es garantía de pluralismo para todos, protegiendo y defendiendo los derechos humanos esenciales de toda persona, entre ellos el de la libertad religiosa.

Cuando la opción por una filosofía de vida, una ideología o una religión se vuelve agresiva, se da paso a un grado de intolerancia tal, que la diversidad es percibida como una amenaza inaceptable. Ello puede ser la antesala de violencias muy serias, no solo en lo religioso, como pudimos vivir en el lamentable caso del joven Zamudio. La Iglesia en ocasiones de su milenaria historia también cayó en esta tentación con funestas consecuencias, y en muchas otras bajo tan distintos regímenes y revoluciones, ella las ha sufrido en carne propia también. Allí están los innumerables mártires que siguen sumándose hasta hoy, como en Siria.

Confiemos en que un hombre, por entregar un viernes la vida por amor a la humanidad, no sea una amenaza para nadie.

+ Héctor Vargas Bastidas
Obispo de Temuco