Las mujeres son de Venus y los hombres son de Marte. En una de mis primeras discusiones recién casado, mi señora me hablaba desde la vereda de los sentimientos y las emociones y yo, desde la de la racionalidad y la lógica. En un momento álgido de la discusión, después de escuchar una emotiva imprecación, yo me disponía a iniciar un análisis racional del problema y me miró a los ojos y con algo de furia contenida y mirada de advertencia me espetó: "Y no me hables como abogado". De ahí en más, mi matrimonio ha funcionado perfectamente: yo en mi casa me comporto como un ser humano y sólo hablo como abogado en mi oficina.
Así entendidos, la sociedad y la prensa son sustantivos femeninos, y el derecho es uno masculino. No son mejores ni peores, todos tienen su lugar en este mundo. Yo vivo en el mundo del derecho y me encuentro a la defensiva, solo y calato frente al mundo, porque quienes son llamados a hablar como abogados no lo hacen. Los jueces y el SII deben hablar como abogados. De lo contrario, nos volvemos todos locos. El mundo necesita del yin y del yang; si no, todo se transforma en emociones y sentimientos y no queda lugar a la lógica y la racionalidad. Lo que el mundo no necesita es de travestismo emocional; que los llamados a poner razón y lógica se dejen llevar por las pasiones.
El lío que tiene enredado a este país empieza cuando -por razones inexplicables- el SII nos sorprende con un delito inexistente de falsificación ideológica de boletas, y la prensa lo repite como loro. Una boleta ideológicamente falsa no es un delito per se , sino que es sólo un agravante de otro delito, que es la presentación maliciosa de declaraciones de impuestos.
Pagar boletas de terceros que prestaron servicios a un candidato no es un delito, puede ser un pago por subrogación o una contribución electoral al amparo del artículo 9 de la Ley 19.884, que reconoce las contribuciones indirectas a través de terceros. Si la ley reconoce esta forma de pago no puede considerarla un delito tributario, porque el derecho se supone que es un todo armónico y coherente.
Distinto es el tratamiento tributario que puede tener ese gasto. Las contribuciones hechas a través del Servel son gasto permitido. Los pagos hechos a través de boletas son gasto rechazado. Sólo el error explica que un donante actúe en contra de sus propios intereses. Una donación bien hecha es gasto permitido y una contribución mal hecha no lo es, y ahora descubrimos con horror que también nos transforma en un peligro para la sociedad.
Lo mismo ocurre cuando se compra un sitio barato a sabiendas de que se puede vender caro cuando cambie el plano regulador. Eso no es un delito. Menos es uso de información privilegiada, que es un delito reservado para las transacciones de valores de oferta pública (acciones, bonos, etc.). ¡Hasta cuándo le imputan a ese pobre cristiano el uso de información privilegiada en la compra de un bien raíz!
Suma y sigue. Desde el terreno de las emociones se exige que privados transparenten toda su información bajo el criterio de que "si no tienen nada que ocultar qué les importa mostrar todo". La prensa exige y el público reclama. Pero el derecho funciona al revés. Los derechos personales son una defensa frente a la tiranía. La intimidad, la reserva, la privacidad se prefiere frente a la transparencia. La presunción de inocencia exige que, para que lo obliguen a mostrar algo, un juez debe autorizarlo cuando hay motivos y pruebas suficientes para sospechar la existencia de un delito y la participación culpable en él. ¡No estamos en la Unión Soviética o en la Alemania nazi!
Por eso yo espero que en algún minuto de todo este incordio llegue el momento en que hable el derecho. Y que la lógica y racionalidad se impongan. Si a la sociedad la enardecen sus líderes y la prensa, cuando les toque hablar a los jueces, la calle les va a gritar: "¡Y no me hables como abogado!"