Esta saga se inició en 2001 y no hay obstáculo que la detenga.
Los protagonistas, antes rivales y ahora amigos, Dominic Toretto (Vin Diesel) y Brian O'Conner (Paul Walker), se han ausentado en alguna película de la serie o han participado solo con cameos.
Del género inicial de las carreras de autos, tradicionalmente escaso y de bajo presupuesto, a menos que sea Fórmula 1 o algún gran premio, la serie se transformó en algo distinto y finalmente se convirtieron en un grupo de élite cuyo origen social son las pandillas, la calle y la clase trabajadora donde predominan lo afroamericano y lo latino.
Es un equipo de elegidos que jamás olvida su pasado y sus ritos, tampoco a sus muertos, y son recurrentes los recuerdos, la nostalgia y eso de repetir, una y otra vez y hasta el cansancio, que la familia, la amistad y la lealtad son lo primero.
Es gente de gestos y frases para el bronce sobre amor, destino y muerte; predican el desapego a las cosas materiales, porque el dinero así como viene se va; cultivan los músculos y en vez de temerles a las balas, más bien las echan de menos.
El ingreso de un agente del FBI a la saga, el agente Hobbs (Dwayne Johnson), desde "Rápidos y furiosos 5" (2011), encajó y acomodó al grupo en el sector de los cuerpos especiales, informales y bajo cuerda que acuden al rescate cuando alguien los llama.
En este caso es la CIA que necesita recuperar un artilugio técnico denominado Ojo de Dios, porque es un programa de computación que interconecta las cámaras del mundo y nadie se escapa de la vigilancia del nuevo gran hermano.
Si la misión tiene éxito y el ingenio vuelve a manos de la CIA, lo que debería ser tranquilizador, la agencia les prestará apoyo material y espiritual para que descubran y capturen a Deckard Shaw (Jason Statham), un ex agente inglés y una especie de James Bond, que los persigue para matarlos.
La película no se fija en gastos y se sostiene sobre un par de secuencias espectaculares de acción y destrucción, donde hasta los autos vuelan.
A la historia no le falta humor y destacan los parlamentos del agente Hobbs.
Y en el largo final hay tres o cuatro peleas paralelas en progreso.
La saga partió con una película pobretona sobre carreras y se convirtió en una superproducción con unos personajes que partieron con un auto, el buche y la voluntad de echarle para adelante. Nada sofisticado, complejo o torturado, como los problemas y cavilaciones de los superhéroes con disfraz.
En el cuadro actual, con millones de espectadores y devoción popular, la muerte de Paul Walker (1973-2013) durante el rodaje y en un accidente automovilístico, precisamente, es una desgracia que la película incorpora naturalmente.
El show y la saga deben seguir y la película le brinda al personaje, y al actor de carne y hueso, una despedida con pena, bombos y lujo.
Es la animita de una serie que, ya está dicho, parece imparable.
En el futuro de "Rápidos y furiosos 8" será el ángel de la guarda de los superhéroes de la calle.
"Fast & Furious 7". EE.UU.-Japón, 2014. Director: James Wan. Con: Vin Diesel, Paul Walker, Jason Statham. 137 minutos. Mayores de 14 años.