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Editorial
Sábado 28 de marzo de 2015
Realidades y mitos de la desigualdad
"La desigualdad de ingreso ha sido un tema central del debate de políticas públicas durante los últimos años. Por de pronto, el programa de gobierno de la Nueva Mayoría utilizó el concepto como columna vertebral para plantear profundos cambios a las políticas económicas seguidas por el país..."
Resumir las características de la distribución de los ingresos en un país puede hacerse en función de distintos indicadores. Y si bien todos tienen sus ventajas y desventajas, el más utilizado es el elaborado en 1912 por el estadístico Corrado Gini.
La popularidad del índice Gini se debe principalmente a su simplicidad. En breve: si todo el ingreso de un país fuese recibido por solamente una persona, el coeficiente Gini tomaría un valor de 1. Por el contrario, si cada persona recibiese el mismo ingreso, el Gini del país sería 0.
La comparación entre países del famoso indicador ofrece una interesante perspectiva al debate nacional. De acuerdo con las cifras 2011 de la OCDE, Grecia (Gini de 0.555), Irlanda (0.568), Portugal (0.537) tienen peores distribuciones de ingreso (antes de impuesto) que Chile (0.532). Adicionalmente, Alemania, España, Francia, Reino Unido, Italia, Portugal y los Estados Unidos tienen niveles de desigualdad superiores a 0.5, muy cercanos al nivel nacional. E incluso naciones reconocidas por presentar una distribución de ingreso más equitativa, como por ejemplo Finlandia, reportan índices de Gini en torno a 0.48. En este contexto, Chile no parece una excepción.
Sin embargo, al analizar la distribución de ingresos después de impuestos en este selecto grupo de países, lo cierto es que Chile se ubica en la parte baja del ranking . Esto ha llevado a distintos especialistas y políticos a sindicar a Chile como el "país más desigual", olvidando convenientemente que está lejos de serlo en el contexto regional (por de pronto estamos acompañados por México en ese ranking ).
Para América Latina, la Cepal realiza constantemente un seguimiento de la distribución de ingresos de los distintos países, analizando los datos homogeneizados de sus encuestas hogares. En esta comparación, Chile nuevamente no se destaca como caso extremo. Para el 2011, por ejemplo, Cepal reportó un Gini de 0.516 para nuestro país, inferior al calculado para República Dominicana (0.558), Paraguay (0.546), Panamá (0.531), Honduras (0.567 en 2010), Colombia (0,545) y Brasil (0,567). Por cierto, de acuerdo con este ranking Venezuela fue el país con la mejor distribución de ingresos: un Gini de 0.397. Tristemente, su baja desigualdad no le ha permitido evitar su actual crisis económica y social.
La realidad de las últimas décadas
Otro elemento que ha recibido gran atención en el debate público ha sido la evolución de la distribución del ingreso en las últimas décadas.
En América Latina, la literatura especializada sugiere que tanto en los años 80 -la llamada década perdida- como en los 90 -la de las reformas estructurales-, la desigualdad fue en ascenso, siendo uno de los factores clave el aumento de los retornos a la educación que benefició a pocos trabajadores calificados. Sin embargo, la tendencia se detuvo en la mayoría de los países durante la segunda mitad de los noventa. El mayor acceso a la educación, mejores condiciones de empleo, transferencias monetarias de los estados, son factores que explican el fenómeno del que Chile tampoco fue una excepción.
Si bien no es trivial realizar un empalme histórico de las cifras de las encuestas Casen, particularmente dados los cambios realizados en sus últimas versiones, un análisis de las cifras oficiales sugiere que la distribución del ingreso ha evolucionado positivamente durante las últimas décadas. A modo de ejemplo, el Gini estimado con ingresos autónomos pasó desde 0.57 en 1990 a 0.53 en 2013 (metodología tradicional). La caída de cuatro puntos también es observada en las series construidas por la Cepal. En este caso, el Gini pasa de 0.554 en 1990 a 0.516 en 2011.
Una perspectiva incluso de más largo plazo puede ser extraída a partir de los datos de la Encuesta de Empleo de la Universidad de Chile, que se recolecta desde 1957. Aun cuando la encuesta sufre limitaciones en el ámbito de los ingresos (su énfasis está en el empleo, no en los ingresos), nuevamente se observa la positiva tendencia: entre 1990 y 2012, el Gini pasó de 0.586 a 0.499, de acuerdo con esta fuente.
Desafíos para avanzar
Si bien el país ha tenido avances en materia de desigualdad de ingresos, y probablemente muchos más en cuanto a desigualdad de consumo, nadie duda de que los desafíos en esta materia aún son importantes. Uno de ellos es disminuir la transmisión intergeneracional de desigualdad. Esto permitiría avanzar hacia una sociedad en donde la cuna importe menos que el esfuerzo y los méritos de las personas.
A juicio de algunos de los principales expertos, ni la reforma laboral ni la educacional, en sus versiones actuales, parecen destinadas a transformarse en instrumentos adecuados y eficientes para asegurar la igualdad de oportunidades en Chile. Del mismo modo, tampoco es claro que la reforma tributaria permitirá al país avanzar en los rankings de desigualdad de ingresos (después de impuestos) de la OCDE. El resultado lo conoceremos prontamente, pero de no ser exitoso, ojalá permita que las políticas públicas de Chile retomen el análisis desideologizado y prolijo de los datos.