Ya sería hora de hacerle un homenaje a Las Encinas, ese blanco de San Pedro que -por décadas- fue considerado como la máxima expresión de estilo. Un vino oxidado que trataba de emular al jerez -sin buenos resultados-, pero que en el camino lograba un carácter único. Si lo ven en la botillería de la esquina, no duden y cómprenlo.
La vida de Las Encinas comenzó a complicarse con la llegada de todos esos blancos afrutados y frescos. Primero, los chardonnay. Luego, y ya para darle el golpe de gracia, la mar de sauvignon que hacia mediados de los años 90 comenzaron a lanzar olas de blancos como nunca antes habíamos probado en Chile.
Las Encinas fue y es un cien por ciento semillón. Y no es raro darse cuenta de que el semillón -junto a Las Encinas- también cayó en desgracia ante la arremetida de vinos más perfumados y frescos. Antes, hasta la década de los 80, el semillón era el rey de todos los blancos en Chile. Pero luego, bueno, ya lo saben. Llegaron las nuevas cepas blancas y la historia cambió.
Sin embargo, todo regresa. Y hoy vivimos una suerte de revivaldel semillón. Se trata de algo incipiente, por cierto, pero no menos digno de observarse. Tres viñas chilenas se han atrevido a rescatar esta uva para tratar de volver a ponerla en el primer plano que tuvo. Una de ellas es Las Mercedes, de J. Bouchon. "La idea es rescatar no solo esos aromas y paladares del semillón clásico, sino que la historia vitivinícola de la cual esta cepa es parte, así como lo es el carignan en los tintos. Variedades que han sido siempre apetecidas en las mezclas, pero renegadas a la hora de mostrarlas con todo su potencial", dice Felipe Ramírez, enólogo de Las Mercedes
Para este rescate, me cuenta Julio Bouchon, se fijaron en un viejo viñedo propio en el secano costero del Maule, en Batuco. "Ahí está plantado este semillón de siete décadas que venimos rescatando hace varios años, y ya logramos que nos diera la calidad que buscábamos", asegura Bouchon.
El Las Mercedes Singular 2014 es un excelente ejemplo de la cepa. Mucho menos aromático y sin esa acidez cítrica de los mejores ejemplos de sauvignon blanc, este semillón es cremoso, con el frescor suficiente como para invitar a una segunda copa. Y esos aromas amielados que son tan propios de la variedad.
Otro de los que quiere rescatarla es Leonardo Erazo, en Rogue Vine, el pequeño proyecto de vinos muy singulares en Itata. "Me llamó la atención que en la zona había mucho, pero ha ido desapareciendo. Hay allí una historia, un pasado vitícola y una cepa que creo puede entregar mucho, sobre todo en los buenos terroirsdel Itata. Nosotros seguimos buscando viñas por ahí olvidadas o mezcladas entre los graneles para seguir aprendiendo, entendiendo y recuperar ese pedacito de historia vitivinícola de Chile", dice Erazo.
Como todos los vinos de Rogue Vines, su Super Itata 2014 es un bicho extraño, levemente turbio, lleno de sabores amielados, pero también con otras notas mucho más extrañas que eso. Un gran cuerpo, además, que presagia una larga guarda en botella.
El último de los rescates del semillón es, digamos, el más intelectual. Andrés Caballero y su equipo en Santa Carolina han invertido años en rescatar viejos viñedos y técnicas de producción para su proyecto Luis Pereira. Ya les hemos hablado en Wikén del cabernet sauvignon, un tinto producido como en los años 70. En el caso del Bloque Herencia 2014, se trata de un semillón de viejísimas parras en la zona de Apalta. De los tres, este es quizás el más clásico con sus aromas florales, a miel, a frutas blancas maduras en un contexto de gran frescor, pero también poniendo acento en la textura del semillón que es cremosa, untuosa.
Puede que aún sea muy temprano como para decir que el semillón es el nuevo sauvignon, sobre todo porque se trata de vinos muy distintos. Sin embargo, el estilo de blancos súper aromáticos, pero sin mucho fondo, ya está quedando atrás. Puede ser, entonces, la hora del semillón.