Hay una imagen recurrente en "Allende en su laberinto", la del Presidente (Daniel Muñoz) rodeado de guardaespaldas, que avanzan por los pasillos de La Moneda, bajan escaleras y atraviesan patios.
Los miembros del GAP (Grupo de Amigos Personales), armados con ametralladoras que apuntan hacia lo alto y Allende en medio de un puñado de hombres que no saben dónde disparar y apenas distinguen a un rival que está por las azoteas y el aire, y por eso al comienzo no hay más puntería que el cielo, ese mismo cielo que alguna vez quisieron tomar por asalto.
Después se topan con un enemigo implacable y brutal, pero así es como se habla y dispara en la hora de las armas. Es una fuerza con decisión y objetivos que sabe lo que hay que hacer.
Allende, el gobierno de la Unidad Popular y sus ministros, los cordones industriales y los partidos políticos que lo apoyan, aún no lo saben.
Y ahora, en las horas finales del Golpe de Estado, el cielo y las bombas se desploman sobre sus cabezas y revelan que en La Moneda aún hervía esa vieja duda sobre la certeza y justicia del camino político escogido: si el pacífico y democrático o el violento y revolucionario.
Miguel Littin filma una película nerviosa, irregular y que marcha contra el tiempo, donde los personajes sustentan y defienden una vía o la otra.
Hay trozos de cine pedagógico y discursivo, de tiza y pizarrón, donde el director incorpora los recuerdos de su natal Palmilla, y entonces la tragedia y las dudas de La Moneda se trenzan con su propia travesía.
Abundan la explicaciones en cápsulas: campañas electorales, la convivencia de la esposa y la amante o la educación del joven Allende.
Y la elección de Daniel Muñoz para el personaje es dudosa, pese al esfuerzo y convicción del actor, porque le sobra juventud y es más un militante avezado, decidido y sobreactuado, que un viejo socialista equivocado, burgués, orgulloso y republicano.
Un cine, en definitiva, que es más voluntarioso que épico.
Sobre esos desajustes, sin embargo, todavía hay fuego, dolor y astillas.
La película se hace más densa y desgarrada, cuando se descubre que la verdadera historia es la de un hombre que lentamente fue abandonado.
Los motivos son múltiples e interminables: políticos, ideológicos, traidores, comprensibles, calculados, estratégicos o quizás es algo tan simple como el miedo. Es que en situaciones tan temibles y peligrosas, siempre hay una buena razón para estar en otra parte.
Los enemigos en la vereda del frente.
La Unidad Popular en retirada.
Algunos llegan y otros llaman por teléfono.
"Allende en su laberinto" filma la sombra lenta e inexorable de una derrota y en pocas horas, lo que era un vasto, histórico e irreversible proceso social, se licúa, reduce y se extingue en la decisión y en las palabras de una sola persona.
Y queda esa imagen repetida de Salvador Allende y su grupo, son apenas unos cuantos.
Un hombre abandonado y un puñado que apunta al cielo.
Chile-Venezuela, 2014. Director: Miguel Littin. Con: Daniel Muñoz, Aline Kuppenheim, Horacio Videla. 90 minutos. Todo espectador + 7.