Existe la vieja leyenda del cine negro y policial, donde el protagonista es un detective privado que investiga un caso, y el caso, de una y otra forma, primero lo muele y después lo traga.
De cuando el director Howard Hawks filmaba "Al borde del abismo" (1946) y ni él ni los guionistas eran capaces de descubrir quién había matado al taxista. Entonces le enviaron un telegrama al autor de la novela "El sueño eterno" y Raymond Chandler les dijo que no los podía ayudar, porque él tampoco lo sabía.
Lo que queda en el aire, entonces, es la atmósfera y el misterio, algo inextricable, incomprensible y confuso, donde no se trata de un caso en especial el de "Al borde del abismo" o el de "Vicio propio", sino que se conecta con el mayor de los arcanos: la naturaleza humana.
En la playa Gordita, por las costas de California, y en 1970, el detective privado Larry Sportello (Joaquin Phoenix), prefiere que lo llamen por su apodo de "Doc" y para esos tiempos es un hippie sucio, a punto de convertirse en alguien discontinuado, sin lógica ni ilación, y un hombre que vive con sus estados alterados por la marihuana y se ayuda con el alcohol y si alguien le ofrece cocaína, también.
Es una época y un detective que flotan en un lugar perdido en el espacio y la cultura, donde las conexiones son inexactas, y en el universo de los años 70 y en ese caso, hay asuntos que simplemente no se entienden: callejones ciegos, profecías incumplidas, amores que no fueron, escaleras a ninguna parte, tatuajes desvalidos y personas que desaparecen.
"Pensar viene después", dice "Doc" Sportello, cuando su ex novia Sashta (Katherine Masterson) surge del pasado y es un fantasma de encanto y carne que se convierte en su cliente.
Es la amante de un magnate y sospecha que la esposa del millonario, que por su lado también tiene lo suyo, algo planea: acusarlo de loco, encerrarlo, quitarle la fortuna y quizás algo peor.
Así empieza un caso que es como una piedra rodante y que avanza de tumbo en tumbo, donde lo primero es la explosión de los sentidos y de una historia contaminada y enredada por los alucinógenos y sus efectos.
La voz en off de la mujer que cuenta la historia proviene de un futuro inexacto, pero solo desde ese lugar se mira con distancia y hasta con nostalgia, lo que fue el mundo durante esos días, donde "Doc Sportello" y sus conocidos de playa Gordita y Los Angeles simplemente no sabían donde estaban parados, por la marihuana, la cocaína y por todo lo que se echaban encima.
"Vicio propio" es un palacio encantado, un túnel del amor y una carretera hacia un pasado admirado, confuso y peligroso.
Es un tour policial, sentimental y cultural por la naturaleza de los años 70 y por sus vicios, insomnios e ingravidez.
Es una película sin consejos ni advertencias y sin puertas de salida.
Lo que queda es una frase: "Pensar viene después".
"Inherent vice". EE.UU. 2014. Director: Paul Thomas Anderson. Con: Joaquin Phoenix, Katherine Masterson, Josh Brolin. 158 minutos. Mayores de 18.