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Editorial
Sábado 14 de marzo de 2015
Chile frente a sus inmigrantes
El análisis de las cifras de las Naciones Unidas ofrece una interesante perspectiva respecto de quienes en la región han optado por emigrar hacia Chile. De acuerdo a esta fuente, en las últimas dos décadas, los nacidos en Perú y Colombia han aumentado proporcionalmente su presencia en nuestro país...
La literatura especializada confirma que las decisiones de migración responden a motivos económicos. La búsqueda de mejores empleos, mayor estabilidad económica, un sistema de protección social más generoso y, en último término, mejores condiciones de vida son todos factores que determinan la decisión de trasladarse y a dónde hacerlo. El caso de los Estados Unidos, nación reconocida como la tierra de las oportunidades, es probablemente el mejor ejemplo de lo anterior. Más de 41 millones de habitantes del país son extranjeros.
Durante las últimas décadas, y fuertemente influenciado por el exitoso modelo de desarrollo, Chile se ha transformado en un destino atractivo para muchos inmigrantes. De acuerdo con las cifras del Departamento de Extranjería del Ministerio de Relaciones Exteriores, el número de permanencias definitivas pasó desde poco más de 5 mil en el 2000 a más de 17 mil en el 2010 y a casi 26 mil en el 2013. Algo similar se observa en la cantidad de permisos de residencia temporal. Solo entre 2010 y 2013, su número se duplicó, pasando desde casi 64 mil a más de 132 mil.
Factores de mayor inmigración
El análisis de las cifras de las Naciones Unidas ofrece una interesante perspectiva respecto de quienes en la región han optado por emigrar hacia Chile. De acuerdo a esta fuente, en las últimas dos décadas, los nacidos en Perú y Colombia han aumentado proporcionalmente su presencia en nuestro país. Mientras en 1990 la población de peruanos en Chile alcanzaba poco más de 7 mil, el número hoy se encumbra a cerca de 150 mil, más los informales, transformándose en la comunidad extranjera más importante (los argentinos son segundos, llegando a 66 mil). En el caso de los colombianos, la cifra pasó desde aproximadamente mil 500 en 1990 hasta más de 15 mil en 2013, un aumento de 10 veces.
Es interesante constatar que, en ambos casos, una condición que precipitó la emigración fue el propio crecimiento económico de esos países. De acuerdo con las estadísticas del Fondo Monetario Internacional, entre 2001 y 2013, Perú y Colombia estuvieron en el listado de países que más crecieron en América Latina. Así, los mayores niveles de ingresos permitieron a estas personas y sus familias solventar los gastos de traslados, apostando por la búsqueda de mejores condiciones económicas.
A lo anterior además contribuyó la configuración en 2011 de la Alianza del Pacífico, conformada por Chile, Colombia, México y Perú. Entre las medidas de integración que promueve ese acuerdo se encuentra la libre circulación de personas entre los países miembros de la alianza, lo que probablemente explique parte del acelerado proceso migratorio. Esto ha ofrecido también oportunidades de interacción académica. De hecho, la Universidad de Chile está impulsando un programa de Movilidad Estudiantil y Académica en el contexto de la Alianza del Pacífico.
El bloque, que presenta el 36,9% del producto en América Latina y el 35,9% de su población, ha significado un importante aporte en materia de integración económica y social en la región, corrigiendo el modelo de integración propuesto por el Mercosur (Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay, Bolivia y Venezuela). Si bien la administración de la Nueva Mayoría mostró dudas iniciales en la conveniencia de participar activamente del grupo, estas parecen haberse disipado.
Atracción de capital humano y cuidado por calidad
Otra dimensión importante en el análisis de los fenómenos migratorios es la caracterización de los inmigrantes, ya sean legales o ilegales. Esto determina el impacto sobre las economías locales y las exigencias en materia de políticas públicas.
En Chile, esta situación ha sido poco explorada, pero no deja de ser importante. De hecho, los datos de las encuestas Casen son sugerentes. En el 2006, del total de encuestados mayores de 30 años que reportaron no haber nacido en Chile, el 44,3% poseía al menos un año de estudios superiores. En la población nacida en Chile, la cifra alcanzaba solo el 17,8%. Así, en promedio, los nacidos en el extranjero reportaban mayores niveles educacionales que los nacidos en Chile, lo que en parte explica la gran contribución de las colonias extranjeras al desarrollo de nuestro país.
En 2013, si bien en términos agregados las diferencias se mantienen, se observa una disminución en el nivel educacional de los no nacidos en Chile. De hecho, se estima que solo en siete años el número de encuestados mayores de 30 años que reportan haber nacido en el extranjero y que alcanzan doce o menos años de escolaridad aumentó en 28 mil, un incremento de 70%.
Las oportunidades de integración que Chile ha impulsado durante los últimos años han significado grandes beneficios. Sin embargo, no podemos descuidar los desafíos que significa ser la nación con mejores estándares de vida en la región. Muy en la línea del debate que se dé en Europa y Estados Unidos, el país debe analizar los costos y beneficios de ser un polo migratorio, privilegiando la atracción de capital humano, avanzando a la vez que entrega las oportunidades de progreso a aquellos dispuestos a realizar los esfuerzos necesarios.